Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

4 Mar, 2020

El diminuto agente

Un pequeñísimo organismo ha dejado, a lo largo de la historia, a grandes civilizaciones en vilo. Europa, Estados Unidos, México y las grandes civilizaciones del mundo han sido azotadas por un agente submicroscópico que causa disrupciones masivas en las economías, sociedades y culturas. Los virus, pequeños agentes infecciosos que se multiplican dentro de las células de sus receptores, han generado crisis —grandes y pequeñas— a lo largo de la historia y siguen siendo su azote, más aún que las guerras.

Ello viene como contexto a la crisis sobre la que leemos en los principales periódicos y medios sobre el llamado popularmente coronavirus y, técnicamente, como COVID-19. Un virus que inició en Wuhan, China, se ha esparcido en todo el mundo. En un planeta con economías interconectadas y con movilidad de transporte aéreo como nunca, las enfermedades se transmiten con gran facilidad.

Escribía en esta columna, la semana pasada, sobre las consecuencias económicas globales de esta posible pandemia. Pues esta semana se han confirmado ya medidas que hacen saber que este virus está causando efectos significativos en las principales economías del mundo. La primera de ellas, Estados Unidos, anunció ayer, a través de su banco central —la Fed—, que bajaría la tasa de interés de referencia de 10 años a 1.25%, una medida que sorprendió a los mercados. Además de ello, las principales bolsas del mundo —reflejo del nerviosismo de los grandes inversionistas institucionales— han tenido días de severa volatilidad que habla de esta ansiedad.

Mientras tanto, el principal país manufacturero del mundo, China, ha tenido descensos significativos en su actividad manufacturera. De acuerdo con la BBC, el Purchasing Manager’s Index, un índice que mide la actividad manufacturera, ha caído de 50 a 35.7, lo que habla de la desaceleración severa que sufre esa actividad secundaria en China.

Lo interesante es que el recorte de las tasas por parte de la Fed no tuvo efectos tan significativos en la confianza de los inversionistas, y no se ha frenado la volatilidad de los mercados. Se trata de un estímulo monetario del banco central que busca incentivar mayor inversión y gasto a través del crédito. Sin embargo, los analistas coinciden en que estas medidas no son suficientes: se necesitan estímulos fiscales y mayores medidas sanitarias para evitar mayores contagios.

A su vez, nuestro país se encuentra en medio de esta posible debacle. Aun con los anuncios hechos por la Secretaría de Salud y las famosas mañaneras del presidente López Obrador, este virus seguramente disminuirá —ahora sí por factores externos— las previsiones del ya de por sí endeble crecimiento económico en esta administración. Aunado a ello, la poca preparación para afrontar mayores casos de infectados con este virus puede generar efectos mayores.

Para ejemplo, está la República Islámica de Irán. La poca preparación, terquedad y cerrazón de las autoridades están causando una crisis mayor. Ridiculizaron las medidas sanitarias, como las cuarentenas, y aminoraron la crisis. El resultado es la muerte de 77 personas, con más de cuatro mil infectados. Todo, porque sus autoridades se sintieron infalibles.

 

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