Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

15 Ene, 2020

El dragón y la secretaria

Yo no sé en qué contexto el embajador

dio esas declaraciones. El proyecto

del financiamiento de Dos Bocas está

sustentado en financiamiento federal.

Rocío Nahle, secretaria de Energía

 

La relación de México con Estados Unidos es una de constantes altibajos. Como un matrimonio en el que un día se hablan y al otro se odian, esta pareja ha evolucionado durante décadas para estabilizarse, una vez que ambos reconocieron que ganarían más siendo aliados comerciales que enemigos de retórica. La excepción fue Trump y su retórica antiMéxico, donde el potencial divorcio ha sido un tema constante.

México, principalmente desde 1994, con la firma del TLC, reconoció que Estados Unidos sería su principal socio comercial y su hegemonía económica y política en la región, no obstante la pasada retórica y tropiezos de los presidentes Carter, Echeverría y López Portillo en esa relación. Ese entendimiento ha beneficiado a ambos países, al grado de que México y Estados Unidos tienen ahora una interdependencia económica y social inimaginable hace 25 años.

Sin embargo, durante las dos últimas décadas surgió la inevitable tentación externa y el consecuente celo en ese matrimonio. China, la segunda economía del mundo, se convirtió en la segunda fuente de importaciones y la cuarta fuente de exportaciones para México.

Estados Unidos, con la otrora hegemonía militar y económica en el continente americano, ha perdido influencia frente a ese gigante que ahora es China. México está incluido en ese paradigma, no obstante que Estados Unidos sigue siendo el predominante jugador.

Además de ello, tradicionalmente ha existido mucho recelo en nuestro país por la entrada de empresas e inversión China. Entre las muchas razones están la influencia de EU y sus empresas, la salida de manufactura y empleos en México a China e, incluso, la falta de entendimiento cultural.

No obstante, ante la reducción en la influencia económica de Estados Unidos en México, China ha visto una oportunidad para entrar con más fuerza en proyectos de infraestructura.

Ejemplos hay muchos, como el cancelado tren México-Querétaro en el sexenio pasado; proyectos de energía con Pemex, proyectos de telecomunicaciones y ahora el desmentido financiamiento en Dos Bocas por dos bancos chinos.

De acuerdo con el IAD en Estados Unidos (www.thedialogue.org), la inversión y préstamos chinos en América Latina, a la fecha, ascienden a más de 120 mil millones de dólares, casi la mitad de los cuales provienen del Banco Exim, de China.

Los préstamos de China en esta región ya rebasan los del Banco Mundial, el BID y el Banco de Comercio Exterior de Estados Unidos combinados.

Ello es relevante dada las declaraciones, esta semana, del embajador de China, Zhu Qingqiao, en relación con el financiamiento por 600 millones de dólares de Dos Bocas. La declaración seguramente metió al gobierno en un embrollo con Estados Unidos ante la participación de China en la región y, especialmente, en México.

La desafortunada reacción de la secretaria Nahle –usando canales no diplomáticos como los medios– causará repercusiones en la intención de China de invertir en México.

Sin embargo, no obstante la torpeza política de la secretaria, todo indica que China continuará buscando y ejecutando proyectos importantes en nuestro país.

 

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