El legado “neoliberal”

Desde los años 50 a la fecha, Argentina ha experimentado crisis económicas constantes. Políticos de diferentes partidos manejaron la economía como su patrimonio personal durante décadas, a veces siguiendo preceptos de economía más conservadores y tradicionales, otras como si no hubiera límite fiscal o monetario. El resultado es que, durante más de 70 años, el país ha dado vaivenes sin mayor rumbo económico de largo plazo, atrasando al país décadas.

En los últimos 20 años, bajo la conducción de tres kirchneristas, que toman su nombre del difunto expresidente Néstor Kirchner y su esposa, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, el país está sufriendo una de las peores crisis económicas de los últimos años. Un pupilo de los Kirchner y aliado ideológico del López Obrador en América Latina, el actual presidente, Alberto Fernández, ha resultado un fiasco que no deja de dar malos frutos. El próximo mes de octubre, el electorado de ese país elegirá muy probablemente a otro populista, ahora de derecha, Javier Milei.

El ejemplo de Argentina es significativo porque, aunque lleguen buenos economistas a la cartera del Ministerio de Economía para arreglar el rumbo, el populismo, la mala administración y el derroche presupuestario acaban siempre por imperar.

El país nunca aprendió de sus errores, dejando así una sucesión de crisis que siempre siguen la misma receta. Argentina nunca liberalizó, diversificó su economía, ni siguió una disciplina de largo plazo al nivel que lo hizo México, cuyos economistas aprendieron de los errores de los populistas y malos administradores del pasado.   

La gran diferencia de México con Argentina y, muchos otros países de América Latina, es precisamente que nuestro país aprendió de los errores de las crisis económicas sexenales y diversificamos nuestra economía.

Muy a pesar de lo que hubieran querido en su momento políticos como López Obrador, economistas visionarios en los años 90 y dos miles supieron que había que hacer una alianza comercial con Estados Unidos y Canadá, además de abrir la economía para hacerla más dinámica.

Por supuesto que hubo muchos errores y traspiés económicos que nos causaron dolores fuertes como la Crisis del Tequila de 1994. Sin embargo, a raíz de los tratados de libre comercio, las políticas liberalizadoras “neoliberales” y, la disciplina fiscal y monetaria, han rendido frutos.

Aprovechamos, como nunca, nuestra proximidad con Estados Unidos y somos el principal socio comercial de la economía más grande del planeta. Todo ello a pesar de las telarañas mentales de ciertos políticos y el estatismo de algunos.

México ha casi duplicado el tamaño de su economía de 722 mil millones de dólares en 1994 a un billón 243 mil millones en 2022. Nuestra economía ha podido sortear políticos de todos los colores y, crisis como las de 1994, 2008 y hasta la pandemia en 2020.

Los mismos políticos que critican el neoliberalismo, como muchos de esta administración, han tenido cancha amplia para actuar irresponsablemente en materia fiscal ahora porque antes, los “neoliberales”, sentaron precedentes macroeconómicos sólidos.

De lo contrario, estaríamos en el mismo rumbo que Argentina y otros países de América Latina.