Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

29 Mar, 2023

El tratado de Andrés

Era ya un valor entendido que las dificultades comerciales y el odio y la sospecha comercial de hace décadas habían quedado en el pasado. Aquel mal matrimonio entre México y Estados Unidos en los años setenta y ochenta, antes del Tratado de Libre Comercio, había dado paso al amor y la confianza de los noventa en adelante. Sin embargo, los gobernantes de ahora añoran aquellos días de gloria nacionalista y resentimiento comercial; ese entendimiento comercial de beneficio mutuo está en entredicho.

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Hace unos días, la representante de comercio de la Unión Americana, Katherine Tai, declaró que Estados Unidos estaba listo para darle un ultimátum a México al iniciar un panel de controversias en el marco del T-MEC. El fondo es la molestia de las empresas y el gobierno de EU por la consistente obstrucción de inversiones en materia energética en México para favorecer a la CFE y a Pemex. Y es que el gobierno de México ha violado flagrantemente las disposiciones del T-MEC de protección de inversiones en esta materia, además de su legislación nacional.

La embajadora Tai ha sido muy enfática a lo largo de dos años en criticar las políticas energéticas nacionalistas de López Obrador. En julio de 2022 se inició un proceso de consultas de 75 días, de acuerdo con las propias disposiciones del T-MEC. Sin embargo, parece que el mensaje de molestia de los republicanos, el gobierno de Biden y las empresas de ese país nunca les llegó a López Obrador y a su gobierno. Como es costumbre, las posturas de México al respecto han sido improvisadas en la mañanera, sin mayor discusión o planeación de los profesionales del gobierno.

En una declaración desafortunada en julio del año pasado, López Obrador se limitó a hacer sus propias interpretaciones sesgadas del T-MEC y desafiar al gobierno de Estados Unidos. En vez de dar argumentos, citó al cantante Chico Che. Su reacción, como siempre, se basa en la confrontación y la politización de un tema estratégico para la relación con nuestro principal socio comercial. Esos errores se están convirtiendo en acciones que afectan a México y sus empresas. Estados Unidos le está leyendo la cartilla a AMLO y dando un ultimátum.

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La propia embajadora Tai lo ha dicho expresamente en sus comunicados del año pasado: “Hemos tratado de trabajar constructivamente con el gobierno mexicano para abordar estas preocupaciones, pero, desafortunadamente, las empresas estadunidenses continúan enfrentando un trato injusto en México”. Es cada vez más evidente que, ante el clima de negocios y la molestia del gobierno del presidente Biden, se están tomando acciones incrementales contra nuestro país.

Será muy difícil cambiar de parecer al Presidente, sobre todo cuando el tema energético es parte esencial de su identidad política, aunque no tenga mayor sentido comercial o estratégico. El problema central es la visión nacionalista de López Obrador, recordando los viejos tiempos de sospecha y confrontación comercial con Estados Unidos. Aquellos tiempos en donde era mejor ser pobres y orgullosos.

Lo que quiere AMLO es pelear con Estados Unidos y usar la bandera de víctima del imperio.

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Lo que desea es un T-MEC a modo.

 

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