Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

27 Nov, 2019

¿Estamos en recesión?

“Es una recesión cuando tu vecino pierde su trabajo.

Es una depresión cuando pierdes el tuyo”

                                               Harry Truman.

 

Tres trimestres al hilo sin crecimiento económico, el diagnóstico que publicó el Inegi, el lunes de esta semana. La respuesta del gobierno fue una versión alternativa de la realidad que no se basa en datos: hay más igualdad y los “de abajo” tienen más.

Sin embargo, la ortodoxia económica, aquella construida en prueba y error por décadas, dice otra cosa.

El crecimiento económico es una condición necesaria y circular para crear mayores empleos, mayores ingresos en las arcas públicas e inversión.

De acuerdo con los datos publicados por Inegi, no ha habido crecimiento económico desde el último trimestre del 2018 hasta el más reciente. Únicamente, las actividades primarias (agricultura) tuvieron un crecimiento en este periodo.

El resultado es que la economía ha estado estancada desde la errónea decisión de cancelar el Nuevo Aeropuerto, la parálisis de las rondas petroleras y otras que han generado incertidumbre.

Jonathan Heath, ahora subgobernador del Banxico, señala que existen dos versiones de la definición de recesión: la popular y la más robusta.

La definición popular señala que son dos o más trimestres consecutivos donde no existe crecimiento económico medido con el PIB. Sin embargo, una definición más robusta parte de la metodología utilizada por el National Bureau of Economic Research de EUA e incluyen las tasas de empleo, producción industrial, inflación y otras.

Las claves del decrecimiento aquí son dos: el factor sicológico en el sector privado y lo que algunos analistas llaman austericidio: el recorte de inversión y empleos por parte del gobierno.

En el primer caso, la inversión privada se ha paralizado por la serie de errores cometidos por el gobierno y que causan incertidumbre jurídica y sicológica para los empresarios al momento de llevar a cabo sus inversiones.

Lo interesante ha sido que los indicadores macroeconómicos como inflación y otros se han mantenido relativamente estables, como resultado de años de disciplina y por ende la teoría de que los factores de recesión han sido meramente sicológicos.

En el segundo caso, el gobierno ha detenido las obras públicas para destinar el gasto en programas clientelares.

La Secretaría de Hacienda señala, a octubre de 2019, un subejercicio de casi 280 mil millones de pesos.

Así, todo indica que la economía –al menos en este año– no va bien. En ese sentido, ayer, empresarios como Carlos Slim, Luis Niño de Rivera (de ABM) y el propio Jonathan Heath no quisieron entrar en polémicas sobre estos malos indicadores de crecimiento.

Son entendibles sus posicionamientos en aras de no hacer enojar al gobierno y poder participar en los proyectos de infraestructura que propusieron ayer en la mañanera, pero todo indica que puede ser un sexenio de bajo crecimiento.

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