Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

8 Mar, 2023

La ironía de cargar en el AIFA

El problema con el mundo es que los estúpidos son ególatras y los inteligentes están llenos de dudas.

Betrand Russell

Después del decretazo, llega la calma. Con la improvisación legal, luego la realización de que sigue estando vacío. El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) ha sido uno de los puntos neurálgicos de la falta de planeación y visión de este gobierno. A casi un año de haber sido inaugurado, el proyecto ha estado plagado de ocurrencias: previsiones futuras de pasajeros irreales, declaraciones presidenciales de risa (“es el mejor aeropuerto del mundo”) y, más recientemente, un decreto que obligó al transporte aéreo de carga a mudarse —sin mayor infraestructura ni capacidades— a este aeropuerto.

El decreto promulgado por el presidente López Obrador a inicios de febrero para mudar la carga del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México (AICM) al AIFA creó más incertidumbre para esta industria que las que solucionó. Como en otras industrias durante este gobierno, se partió de una conclusión sesgada —el AIFA solucionaría la saturación en el AICM— y después se construyeron las premisas falsas. Dentro de esas premisas falsas está la idea de que mover a las empresas de carga aérea al AIFA desaturaría el Aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México. Sin embargo, la realidad es otra: hasta ahora este ejercicio ha demostrado ser un fiasco.

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De acuerdo con fuentes de la industria, aunque ahora la carga debiese de llegar al AIFA, la realidad es que el decreto deja vacíos legales y operativos importantes. Por ejemplo, de acuerdo con el decreto, las empresas exclusivamente de carga aérea tienen un plazo de 108 días —no se entiende por qué ese plazo— para mudarse al AIFA. Eso no incluye a las aerolíneas que transportan pasajeros y también usan sus aviones para transportar carga aérea.

Además de ello, existen temas operativos que causan más costos que beneficios. Un ejemplo que pareciera broma es que, a raíz de la falta de personal y comunicación entre sistemas aduaneros, la carga del AIFA debe ser transportada al AICM en camiones fiscalizados para que, desde ahí, los agentes aduanales puedan despachar las mercancías. Así, las mercancías llegan en avión al AIFA, pero son liberadas en el AICM, después de ser transportadas vía terrestre, donde sí existe la infraestructura y funciona bien el sistema aduanero.

Otro tema que preocupa es que, dijere lo que dijere el decreto, hasta ahora, los agentes aduanales no cuentan con autorización de las autoridades para operar en el AIFA. En otras palabras, obligan a la industria a mudarse sin que existan agentes aduaneros autorizados en ese aeropuerto.

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Todo ello causa no sólo incertidumbre, sino también problemas de tiempo en tránsito de las mercancías, costos adicionales e, irónicamente, más saturación de carga en el AICM.

Y querían a Tesla cerca…

El Presidente había presionado a Tesla para que instalara su planta de automóviles cerca del AIFA. Otra vez, quería forzar a que el mercado se alineara con el Estado a decretazos, no obstante que Nuevo León era una mejor opción para esa empresa.

Afortunadamente y, contrario a la tendencia de caprichos costosos de este gobierno, las cabezas frías imperaron.

 

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