Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

22 Feb, 2023

La mentira de la aviación “neoliberal”

Una vez más, el presidente López Obrador usa el transporte aéreo como herramienta política. La semana pasada, en su usual conferencia de prensa matutina, abordó el tema de la cancelación del aeropuerto en Texcoco (NAIM) diciendo que se ahorró más de 300 mil mdp. Una vez más, el tema lo usa como herramienta para justificar mentiras en su propia mente. Una vez más, contradice a sus propios excolaboradores, como Carlos Urzúa, quien recomendó no cancelar el NAIM. Una vez más, miente.

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El año pasado, con motivo de la inauguración del aeropuerto de Santa Lucía, escribí un artículo en el portal de la revista Letras Libres. Amablemente me invitaron dada mi experiencia en el sector durante dos años como director general de la principal cámara empresarial de transporte aéreo, justo en los meses en que se tomaron esas fatídicas decisiones. En reuniones que tuvimos con Romo, Jiménez Espriú y otros miembros del futuro gabinete, las señales eran encontradas. No había claridad alguna, lo que, a todas luces, preocupaba a la industria.

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Y es que, como escribí en ese artículo, “desde la campaña presidencial de 2018, AMLO había dado indicios de que cancelaría el NAIM, sin ser muy específico. La ambigüedad le daba margen de acción a sus improvisaciones. Mientras un día anunciaba que el NAIM podría licitarse, en otro decía que era una obra faraónica y describía un posible proyecto en Santa Lucía”. Es en esa ambigüedad en la que AMLO se ha movido en éste y otros temas durante su gobierno. Esa discrecionalidad le da margen a proyectos e ideas que sirven más para alimentar su ego que los beneficios sociales o económicos para el país.

Si sus asesores declaraban una cosa para dar señales de tranquilidad, él los desmentía automáticamente. “Ya no existía el ‘no se preocupen’ de Alfonso Romo, su vínculo con el sector privado o la ortodoxia económica de su especialista en finanzas públicas, Carlos Urzúa”. Todos fueron ignorados —incluyendo el ala dura del ingeniero Jiménez Espriú— por el Presidente  de la República y mandó a hacer una consulta popular sin pies ni cabeza.

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Detrás de esa cancelación estaba el capricho político de un solo personaje. Para AMLO, los empresarios que habían impulsado y financiado campañas de “sus adversarios políticos” y lo descartaron como un peligro para México iban a conocer su nuevo estilo de moralizar la política. Algunos de esos mismos grupos empresariales participaban en la construcción del NAIM. Además de ello, en el proyecto había indicios de participación de miembros del grupo de poder recién salido. La lección era inevitable, sin importar el costo para el erario y la reputación del país.

Sin embargo, la derrota, en realidad, no fue para un grupo de empresarios o la industria, sino para las finanzas públicas —como lo ha demostrado Urzúa una y otra vez—, la reputación del país ante los inversionistas y la visión de largo plazo en infraestructura aeroportuaria del país. López Obrador había visto en este acto de cancelación un manotazo para retomar el control político de la economía y desechar los preceptos de “neoliberalismo de los gobiernos anteriores”.

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Una vez más, los que fuimos y conocemos los hechos de esta cancelación debemos de objetar la mentira de la aviación “neoliberal”.

 

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