Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

9 Jun, 2021

La terrible medianía del Congreso

La aplanadora del partido del Presidente, momentáneamente, se detuvo. No obstante la flagrante intervención de López Obrador en las elecciones intermedias, el resultado fue agridulce, tanto para el gobierno como para la oposición.

El gobierno perdió diputados en el Congreso de la Unión, pero ganó, al menos, 10 de 15 gubernaturas. La oposición perdió gubernaturas históricas, pero ganó espacios en el Congreso. ¿Qué pasa desde aquí? Ésa es la gran incógnita.

En un resultado poco sorprendente, la coalición del PRI-PAN-PRD obtuvo, en conjunto o por separado, 109 distritos de los 300 en que se divide el Congreso para efectos de la representación directa. El gobierno y sus aliados obtuvieron 184 distritos electorales, mientras que Movimiento Ciudadano obtuvo 7 distritos de elección directa.

Esto significaría que Morena y sus aliados tendrían el 56% de la Cámara de Diputados (ya contando los diputados de representación proporcional que le corresponden); es decir, más de la mitad más uno de los votos necesarios para reformar leyes secundarias, pero insuficiente para reformar la Constitución.

En otras palabras, quedamos —al menos en el ámbito legislativo— muy parecido a lo que ya teníamos en términos políticos, no obstante que Morena perdió más de 50 asientos en la Cámara de Diputados y, con sus aliados, no alcanzará la mayoría calificada para reformar la Constitución. ¿Por qué? No obstante que no tenga los números para reformar la Constitución, el Presidente ha demostrado, una y otra vez, que está dispuesto a presentar reformas absolutamente inconstitucionales a las leyes —es decir, que van en contra de lo dispuesto por la Constitución— para llegar a sus objetivos.

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Estas reformas inconstitucionales se han centrado, hasta ahora —en la legislatura que está por concluir—, principalmente en temas energéticos y en reformas al Poder Judicial. Dos ejemplos vienen a la mente: la reforma a la Ley de Hidrocarburos para reinstalar el monopolio de Pemex a través de la reforma a un artículo transitorio de la citada ley, y las reformas a la Ley Orgánica del Poder Judicial para darle al ministro Arturo Zaldívar dos años más de presidencia de la Corte.

Por ello sería ingenuo pensar que, con la nueva composición del Congreso, el Presidente va a parar sus embates inconstitucionales en contra de las instituciones, disposiciones y órganos constitucionales. De hecho, en conferencias mañaneras en esta semana ha señalado que buscará a partidos como el PRI para alcanzar las mayorías necesarias para las reformas constitucionales.

Incluso el propio Partido Verde —de quien se ha señalado que podrá vender su amor muy caro con su nueva composición en el Congreso— en realidad se enfrentará a un partido en el poder y Presidente que no respetan ninguna regla. En el momento en que sean incómodos, podrán ser hechos a un lado con el capricho de una declaración en la mañanera.

Por ello, no obstante las narrativas triunfalistas o racionalizadoras de la oposición y el gobierno, el Presidente podrá seguir teniendo la más inesperada herramienta: el capricho inconstitucional.

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De ahí que continuemos en una terrible medianía en el Congreso. La verdadera lucha se dará en las cortes.

 

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