Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

12 Jun, 2019

Migración y comercio

En 1993, en un discurso con motivo de las negociaciones del TLC, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari resumía la situación comercial bilateral en una frase: “Estados Unidos, tu elección es simple: ¿tomarás nuestros bienes o te llevarás a nuestra gente?”. Si bien, más de 25 años después los flujos migratorios hacia Estados Unidos ya no provienen principalmente de México, la frase sigue siendo significativa para el actual debate de libre comercio y migración.

Con la elección de Donald Trump a la Presidencia se pusieron de nuevo en relieve los temas de libre comercio y flujos migratorios. Su elección a la Presidencia se basó justamente en explotar el sentimiento antiinmigrante y antilibre comercio del ciudadano promedio. Para muestra, Pew Research llevó a cabo una encuesta en 2010 —poco después de la crisis económica— y encontró que apenas el 35% de los estadunidenses creía que los acuerdos de libre comercio eran buenos para Estados Unidos.

Por otro lado, el 55% creía que el libre comercio llevaba a la pérdida de empleos,  el 45% de los encuestados creía que el libre comercio reduce los salarios,; y el 43% cree que el libre comercio llevaría a una desaceleración económica.

Es por ello que el embate de Trump de imponer aranceles a los bienes y servicios mexicanos a cambio de detener el flujo migratorio de Centroamérica adquiere mucha relevancia. No llegar a un acuerdo con nuestro país hubiese sido un suicidio para ambas economías e incluso estaría casi garantizado que, dada la baja en la actividad económica de nuestro país, la migración hacia el país del norte se hubiese incrementado. Se estima que casi 8 de cada 10 productos fabricados en México tienen como destino Estados Unidos y el intercambio comercial entre ambas naciones es de casi mil millones de dólares al día.

De ahí que el evitar un impuesto de 5% —Trump amenazaba con incrementar el arancel hasta 25% en octubre si no había acuerdo— fue considerado como una victoria, pero la amenaza sigue latente.

Lo interesante es la intrínseca contradicción en Estados Unidos: 11 estados —como Texas, Nuevo México o Arizona—, que dependen de México como principal socio comercial, hubiesen sido severamente afectados.

Entre ellos se encuentran la base votante rural de Trump, y son, en su mayoría, dependientes del sector de agricultura y sus exportaciones a México, que usan principalmente el trabajo de los migrantes para satisfacer sus necesidades.

No obstante esta contradicción, la base de votantes de Trump cree, como lo demuestra el estudio de Pew Research, que el libre comercio y los inmigrantes se están llevando sus trabajos a otros países.

Incluso, intelectuales de izquierda como Paul Krugman creen que los sueldos de los trabajadores de Estados Unidos se han visto mermados por el comercio con otros países menos desarrollados.

La amenaza sigue latente. Es por ello por lo que el amago de imponer aranceles recíprocos a productos de estados donde se encuentra la base de Trump puede ser un arma importante para futuras amenazas.

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