¿Por qué el repentino interés por intentar medir la felicidad?

Existen dos razones para la ola de iniciativas para medir la felicidad, una es la crisis global y la segunda, un pequeño país en los Himalayas, Bután
Economía -
Existen dos razones para la ola de iniciativas para medir la felicidad, una es la crisis global y la segunda, un pequeño país en los Himalayas, Bután. Foto: Photos.com
Existen dos razones para la ola de iniciativas para medir la felicidad, una es la crisis global y la segunda, un pequeño país en los Himalayas, Bután. Foto: Photos.com

Una ola de iniciativas para medir la felicidad ha inundado a países como México, en donde el INEGI anunció recientemente que daría a conocer los resultados sobre su medición; hasta el Reino Unido donde una encuesta similar se ha levantado; o Francia, que creó una comisión para evaluar la posibilidad de una acción similar. ¿Por qué esta repentina fiebre?

Dos razones: la primera, es la reciente crisis financiera global, así como las protestas que han surgido a nivel mundial, entre las que destaca Occupy Wall Street, lo que ha llevado a los gobiernos a cuestionar la manera en que se mide el bienestar de la sociedad.

Y la segunda, un pequeño país en los Himalayas, Bután, el cual ya se encuentra midiendo la felicidad.

La idea de medir la felicidad en este pequeño país budista data de 1972 cuando el rey Jigme Singye Wangchuck propuso encaminar las metas del desarrollo para hacer más felices a sus habitantes. Wangchuck pensaba que la felicidad era un verdadero indicador de un buen desarrollo y una buena sociedad, más allá de medidas tradicionales como el Producto Interno Bruto.

En 2008, coincidiendo con la coronación del Rey Jigme Khesar, el índice que permite medir la felicidad, llamado “Felicidad Nacional Bruta” (FNB) fue lanzado oficialmente por el primer ministro Lyonchhen Jigmi Thinley, y desarrollado por el Centro para Estudios de Bután.

La encuesta utilizada para la elaboración del índice, además de incluir una pregunta expresa sobre la felicidad, contempla también cuestionamientos sobre nueve temas que influyen en las personas: bienestar psicológico, uso del tiempo, vida en comunidad, cultura, salud, educación, diversidad ambiental, calidad de vida y gobierno.

Si queremos entender el porqué de esta decisión, debemos entender el entorno que existe en ese país. Para empezar, Bután tiene como religión oficial al budismo tántrico, y desde el punto de vista budista, la felicidad no es solamente un placer sensorial derivado del confort físico, sino que es un estado innato de la mente al cual se puede llegar a través de prácticas espirituales, sobreponiéndose a estados mentales y emocionales que producen dolor.

El budismo se basa en las enseñanzas de Siddhartha Gautama, una de las cuales dice que el sufrimiento es causado por la forma en que percibimos la realidad y a nosotros mismos.

Las cosas materiales se nos presentan como si poseyeran la habilidad de proveernos de felicidad y confort duradero, así es como nos apegamos a ellas y desarrollamos un deseo por ellas, sin embargo este apego y deseo es resultado de nuestra ignorancia sobre la realidad. La realidad de las cosas materiales es que son transitorias, impermanentes y, por lo tanto, no pueden producir la felicidad duradera que esperamos de ellas.

A pesar de esto, el budismo no considera a las cosas materiales como intrínsecamente malas, sino como un medio. El bienestar material nos previene de caer en la pobreza y nos permite practicar la generosidad, lo cual causa un “karma” positivo y una sociedad más feliz.

Basándose en esta línea del pensamiento, Ernst Friedrich Schumacher en su libro Lo pequeño es hermoso,  acuña el término “economía budista”, y nos dice que “no se ve conflicto entre los valores religiosos y el progreso económico. La salud espiritual y el bienestar material no son enemigos: son aliados naturales”.

Para los economistas de Occidente entender la  economía budista representa todo un reto, ya que están acostumbrados a medir la calidad de vida en términos de consumo, suponiendo que mientras mayor sea el consumo se está mejor que consumiendo menos. Un “economista budista” consideraría esta afirmación sumamente irracional: dado que el consumo representa sólo un medio para alcanzar el bienestar, lo mejor sería maximizar el bienestar con un mínimo consumo.

En resumen, Schumacher nos dice que, la economía budista se trata del “estudio sistemático de cómo obtener fines específicos con el mínimo de medios”; definición que no se aleja mucho de “satisfacción de necesidades mediante recursos escasos”... la más tradicional que se la da a la Economía.

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