Adictos al trabajo, ¿apasionados de lo que hacen?

CIUDAD DE MÉXICO.- Empresas y organizaciones han luchado porque se reduzcan las largas jornadas de trabajo que dañan la productividad y el rendimiento de los trabajadores, así como las relaciones familiares.

Sin embargo, parece que estas iniciativas no florecen en ciertos lugares donde se venera a los que más horas trabajan.

En un Blog especializado en el tema, el profesor de derecho Joan C, Williams afirma que las horas sobrehumanas trabajadas son sobre todo “un culto a la elegancia de las personas ocupadas”.

Añade que es como una señal de elite, hay quienes para parecer importantes dicen que tienen mucho trabajo. Decir “estoy atiborrado de trabajo”, es una forma socialmente aceptable de decir soy importante.

Hoy expresar que tienes un horario extremo de trabajo es sinónimo de élite, dice el experto.

Incluso en las conversaciones informales, la gente a menudo infla el número de horas que trabaja, algo parecido a lo que sucede cuando las personas compran un bolso de imitación para señalar falsamente sus ingresos o el gusto.

¿Es saludable trabajar muchas horas?

Lo dicho por el profesor Williams tiene mucho de razón, pero a favor de algunos adictos al trabajo Pamela Haag argumenta: Trabajar muchas horas no siempre es un signo de ideas malsanas sobre el éxito o la inseguridad de identidad personal, sino un simple reflejo de la alegría que las personas tienen en su trabajo.

La columnista señala que debemos reconocer que tenemos entre nosotros un número muy reducido de profesionales o creativos, inventores, tanto hombres como mujeres, que están haciendo cosas que requieren “darlo todo” como en una auténtica prueba de amor, y que no existe una política, una regla, terapia de modificación de conducta, vacaciones, licencia por maternidad, o un beneficio que les “ayudará”.

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Detalla que no cree que estas personas con valores atípicos o también llamados obsesiones necesitan ayuda.

Son los pensadores creativos que empujan los límites de la investigación científica, la tecnología, la literatura, las artes, la medicina, la caridad y el activismo, las disciplinas intelectuales, la devoción espiritual, o la música. Están haciendo algo que los involucra plenamente, vital, irreductiblemente, y en sus almas. En el mejor de los casos quizá su obsesión produzca valor cultural, verdad y belleza.

Es importante no clasificar como una patología esa clase particular de enfoque unilateral y de obsesión, aunque es raro, no podemos hacerlos víctimas de la igualdad.

Finaliza al decir que ese tipo de personas no están trabajando horas insanas debido a problemas de identidad masculina, o para mostrar su estatus de clase. Lo hacen porque son lisa y llanamente impulsados por el contenido de lo que hacen. Y, si tenemos suerte, vamos a ser los beneficiarios de sus obsesiones irracionales.

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