¿Qué tienen en común el color naranja y la economía?

CIUDAD DE MÉXICO.- Quien haya pensado que los bienes y servicios que se fundamentan en el entretenimiento, el arte y la cultura, no figuran con un papel importante en la puesta de la economía, está equivocado.

Esta economía, llamada ‘creativa’, por John Howkins, representa los sectores que comprenden toda la propiedad intelectual, como la arquitectura, artes visuales y escénicas; artesanías, cine, diseño, juegos y juguetes; moda, música y publicidad; además del software, TV, radio y videojuegos.

En fin, cualquier expresión de la cultura está considerada como economía creativa –a la cual muchos economistas dejan de lado-.

Para entender lo importante que en realidad es la economía creativa, aquí presentamos algunos datos que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se preocupó por recabar el año pasado en un estudio llamado La Economía Naranja, una oportunidad infinita.

Este sector, en conjunto representó el 6.1% de la economía global en 2005 o 4.3 miles de millones de dólares.
Según la conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), entre 2002 y 2011 las exportaciones de bienes y servicios creativos crecieron 134 por ciento.
Las exportaciones de bienes y servicios creativos en 2011 fueron de 646 mil millones de dólares.
Y algo revelador: el comercio de servicios creativos, crece 70% más rápido que el de bienes creativos y eso, gracias al internet.
Por otra parte, los videojuegos ya ocupan el 70% del tiempo de uso de las tabletas.
Desde su lanzamiento en 1998 se han descargado más de 25 mil millones de canciones por iTunes, con un precio base por canción de 99 centavos de dólar.
Netflix cuenta ya con más de 33 millones de suscriptores y reporta ventas de más de 3,600 millones de dólares anuales.
El Carnaval de Río atrajo alrededor de 850,000 visitantes en 2012 que contribuyeron a la economía de Río de Janeiro con 628 millones de dólares.

¿Sorprendente? Pues lo que es más sorprende es que aún la relación entre economía y cultura no es evidente y cuantificar económicamente las actividades creativas es un ejercicio reciente, por ello se desconocen en ocasiones sus alcances.

El BID clasificó a la industria cultural en tres categorías:

Convencional: Medios masivos de comunicación y artes relacionadas como la comunicación, como el cine y la fotografía.
Otras: Artes visuales y escénicas, conciertos, moda, diseño, museos, gastronomía, productos típicos, ecoturismo y deportes.
Nuevas: Multimedia, publicidad, software, videojuegos y soportes de medios.

Con base en los datos anteriores, se puede definir a la economía creativa, como economía naranja.

Es economía porque ‘permite que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual’, según el BID.

Y es naranja, porque este color se ‘suele asociar con la cultura, la creatividad y la identidad’.

¿Qué sigue? Según el estudio, se espera que esta economía se considere, se mida efectivamente, que la información se recolecte y publique de manera efectiva y congruente, que se diseñen ‘marcos prácticos para el diseño de políticas que aprovechen sus oportunidades de desarrollo social y económico’ y que haya más personas involucradas en ella y en incluir cada vez más su presencia dentro de la economía y sus mediciones.

Y ya que la economía naranja es uno de los ‘grandes beneficiarios del desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación’, debemos aprovechar las tecnologías disruptivas que cambiarán nuestro futuro por su potencial para generar nueva riqueza.

Entre las tecnologías disruptivas que más relación guardan con esta economía se encuentran: