La pregunta que todos nos deberíamos hacer

Celebramos y envidiamos los extraordinarios logros y éxitos individuales de las personas, pero el placer que ellas derivan de sus esfuerzos a menudo es sorprendentemente efímero. Y hay una razón para ello. 

 

Lo que genera una experiencia perdurable de significado y satisfacción en nuestro trabajo es la sensación de que lo que estamos haciendo realmente importa; que verdaderamente añadimos valor en el mundo.

 

 

Es la pregunta que me hago cuando leo sobre la asombrosa riqueza que acumulan los administradores de fondos compensatorios. 

 

¿Debemos venerar a estos inversionistas simplemente por acumular cada vez más riqueza? Incrementar el valor propio para sentirse más valioso es finalmente un juego perdedor.

 

Es grandioso que un grupo de multimillonarios, encabezados por Warren E. Buffett y Bill Gates, hayan prometido donar la mitad de sus fortunas cuando mueran. Pero ¿ Por qué esperar? ¿Por qué no ahora?

 

Por supuesto, “¿Al servicio de qué?” no es solo una pregunta para multimillonarios. Es una pregunta que todos necesitamos hacernos.

 

 

Necesitamos redefinir el interés personal para reconocer que requiere servir a los demás; aun cuando solo sea por la egoísta razón de que nuestra supervivencia, y la supervivencia de nuestros hijos, depende de proteger al planeta que compartimos.

 

La respuesta a “¿Al servicio de qué?” es añadir más valor a los demás de lo que restamos, y no subestimar ningún bien que podamos hacer.

 

Los logros personales nos hacen sentir bien. Añadir valor a la vida de otras personas nos hace sentirnos bien sobre nosotros mismos. Pero hay una diferencia. 

 

Los sentimientos positivos que recibimos de otros son más profundos y más duraderos. Piense por un momento en lo que quiere que sus hijos recuerden de usted después de que se haya ido. Haga más de eso.

 

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