¿Quiénes ganan y quiénes pierden en la guerra entre EU e Irán?

CIUDAD DE MÉXICO.- El 2020 va a estar definido en buena medida por el asesinato, por parte de Estados Unidos, de Qasem Soleimani, una figura que encabezaba a la Guardia Revolucionaria de la República de Irán, que es un poderoso cuerpo de seguridad que lo mismo ejerce su influencia en Irak, Siria o Yemen, y que también hace las veces de policía política.

En primera instancia, Irán anunció que volverá a su programa de enriquecimiento de uranio que, en caso de tener éxito, le podría permitir al país islámico tener un arma nuclear, a lo que habría que adicionar que tiene todos los incentivos para exportar dicha tecnología a otros países, como ha ocurrido en el pasado.

Además, de acuerdo a The New York Times, el líder de Irán, el ayatola Ali Khamenei, esbozó la respuesta militar y dijo que será realizada directamente por Irán, será proporcional y directa en contra de intereses estadunidenses.

Las Guardias Revolucionarias de Irán comenzaron un ataque en contra de una base militar estadunidense que se encuentra 170 kilómetros al noroeste de Bagdad.

La respuesta de Irán hace casi inevitable el escalamiento del conflicto, dado que Donald Trump ha tuiteado que tienen identificados 52 objetivos iraníes, que incluyen lugares significativos para la cultura iraní, lo cual coloca a la Unión Americana al mismo nivel que ciertos grupos terroristas.

¿QUIÉN GANA Y QUIÉN PIERDE?

Con la ejecución de Soleimani, Estados Unidos gana, al mandar una señal muy clara de la disposición de utilizar su superioridad tecnológica y militar de manera asertiva. Además, elimina a un actor que era clave en la organización de ataques en su contra.

Sin embargo, las ganancias quedan eclipsadas por la animadversión que la ejecución ha generado en Irak y que incluso llevó a que el Parlamento de ese país votara a favor de la salida de los cinco mil soldados que tenía Estados Unidos para pelear en contra del Estado Islámico.

El rechazo de Irak a Estados Unidos es una primera gran victoria para el régimen de los ayatolas iraníes, que antes del ataque eran rechazados por múltiples facciones iraquíes por la enorme influencia que ejercen en su política doméstica.

Un ganador indirecto es el propio Estado Islámico, porque el conflicto disminuye la intensidad de la lucha en su contra.

Además, la ejecución también permitió que el régimen de los ayatolas ganara cohesión social en su propio país, lo que entierra las protestas de mediados de noviembre pasado ante el aumento en el precio de la gasolina y la crisis económica; en respuesta, Irán ejerció una fuerte represión vía las Guardias Revolucionarias, lo que arrojó un saldo de más de 200 personas asesinadas y decenas de miles detenidas.

Para Estados Unidos, hasta ahora, los efectos positivos de la ejecución son menores a las consecuencias negativas, por lo que no tiene sentido estratégico para el país, aunque es diferente para su presidente.

Al evaluar qué gana y qué pierde Donald Trump, es muy claro que la decisión fue positiva para el presidente, dado que eclipsa aún más el proceso del juicio político en su contra, además, lo hace ver fuerte y decisivo ante su base política y lo contrasta con Obama y Hillary Clinton en el manejo del ataque a la embajada Libia en Bengasi, ocurrido en 2012.

Además, un ataque o un conflicto de gran escala con Irán, si bien conlleva riesgos para su capital político, le permitiría a Trump generar cohesión en torno a su figura, lo cual le daría buenos rendimientos en las urnas en las elecciones de noviembre.

Lee aquí completa la columna de Rodrigo Pacheco.