Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

1 Oct, 2020

Es la desesperación, no la austeridad

Hoy se discutirá en el Pleno de la Cámara de Diputados el dictamen elaborado en comisiones, en relación con la desaparición de 109 fideicomisos (sin estructura). El atractivo para el gobierno federal no es otro, que el monto de recursos del cual piensa, podría disponer sin limitación alguna.

Algunos de los diputados ­—que de manera ciega y acrítica (por decirlo de manera suave) se pliegan a los designios y órdenes por más absurdas que sean que les hace llegar el Presidente—, justifican su voto aprobatorio del dictamen en una supuesta austeridad que la verdad, únicamente ellos ven, pero, a la luz de lo que austeridad significa en economía, ni idea tienen del correcto significado de dicho concepto.

Por si les interesare conocer y entender dicho concepto, me atrevo a recomendarles la lectura del libro Austerity, del economista fallecido este mayo quien, de acuerdo con Lawrence Summers, era “el mejor economista de su generación”: Alberto Alesina (en coautoría con dos colegas: Carlos Favero y Francesco Giavazzi). 

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Ahí encontrarán que en términos económicos, la “austeridad” es de dos tipos; uno, elevación de impuestos —directos o indirectos— y otro, políticas basadas en recortes al gasto público.  (Los datos del libro mencionado son: Austerity, de Alberto Alesina; Princeton University Press, 2019).

En el caso que nos ocupa, no aparece la elevación de impuestos (directos e indirectos) y, menos aún los recortes al gasto. Por el contrario, los recursos a obtener debido a la cancelación de aquellos 109 fideicomisos (68,478 millones de pesos) serán utilizados para el dispendio ya conocido: programas del bien(mal)estar y los tres grandes desatinos, aeropuerto en Santa Lucía, refinería Dos Bocas y el ecocida Tren Maya.

Ante esta ofensiva realidad en materia de despilfarro de los recursos públicos, lo único que puedo decir, citando al clásico Paco Zea, es esto: ¿austeridad? ¡Mis cataplines! Una vez dilapidados esos $68 mil millones y los efectos negativos de la caída económica se muestren de manera más clara en la reducción de los ingresos públicos, ¿de dónde obtendrían recursos para mantener el despilfarro cuyo único objetivo es, ha quedado exhibido, no otro que la búsqueda de votos en junio del año 2021?

¿Qué y cómo harán para sufragar el despilfarro durante los próximos ocho meses, de octubre a mayo del año 2021? ¿Acaso se rendirá el Presidente ante el Plan B que planteó el subsecretario Yorio hace unos días, y contratará deuda? Lo curioso es que de inmediato refutó al subsecretario y éste, tal y como hace Herrera, dejó de lado la dignidad y aceptó la ridiculización, y luego enmudeció. Hoy, mudo y ridiculizado, mantiene su puesto y está listo para la siguiente exhibida.

Por lo pronto, bien haríamos en no hacer caso del uso hipócrita y tramposo de una “austeridad” inexistente, y empecemos a llamar a las cosas por su nombre: no es austeridad lo que los mueve, es la desesperación por obtener recursos de donde sea, sin ver ni tomar en cuenta las consecuencias.

¿Habrá algún diputado digno en Morena que exhiba hoy en el Pleno las intenciones del Presidente, y vote en contra?

 

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