Energía guía el proceso de desinflación, ¿cuándo bajarán los precios?

Economía -
Carrito de compras con billetes y pila de monedas
La energía es vital en el proceso de desinflación, ¿hasta cuándo bajarán los precios? Foto: iStock

El pasado miércoles 9 de agosto el Inegi publicó el dato de inflación correspondiente al mes de julio y la noticia da gusto, ya que luego de casi dos años con tasas de inflación anual superiores al 5.0 por ciento, el dato se situó en 4.79 por ciento. Con ello la inflación hila diez meses a la baja. 

Es importante destacar que el principal causante de esta disminución en el incremento de precios fue el componente no subyacente y, en particular, los precios de los energéticos

A la par, se observa una mitigación de las presiones internas y externas, tales como la caída de los precios de los alimentos de referencia internacional, la mejora de las cadenas globales de valor y el proceso desinflacionario en Estados Unidos. 

Para observar con mayor detalle la cifra publicada por el Inegi, vale la pena recordar que la inflación subyacente es aquella que excluye las variaciones en los precios de bienes agropecuarios y energéticos, ya que estos son más volátiles, mientras que el componente no subyacente, incluye únicamente dichos precios. 

La inflación subyacente incluye componentes como alimentos, bebidas y tabaco, mercancías no alimenticias, servicios de vivienda, educación, restaurantes, telefonía, entre otros. Por su parte, el componente no subyacente incluye frutas, verduras, alimentos pecuarios (de origen animal) y energéticos, como gasolina y gas LP. 

Considerando lo anterior, resulta interesante que el componente de mayor influencia en la disminución de la inflación sea la inflación no subyacente, la cual registró una tasa anual negativa de 0.64 por ciento. 

En particular, el precio de los energéticos ha contribuido durante cinco meses a la disminución de la inflación. En el mes de julio registró, inclusive, una variación negativa en los precios con respecto al año anterior de 7.82 por ciento. 

Uno de los productos con mayor relevancia dentro dicha disminución fue el gas doméstico LP, que tuvo una caída de 4.25 por ciento en sus precios con respecto al año pasado. 

En contraste, se continúa observando la persistencia de la inflación subyacente. Aun cuando sus precios están bajando, estos lo hacen a un menor ritmo al esperado. 

Los precios de las mercancías y servicios continúan en niveles elevados, con tasas anuales de 7.82 y 5.24 por ciento, respectivamente, en julio. Mientras que las mercancías alimenticias registran la tasa más alta de todos los componentes del INPC, situándose en 9.79 por ciento. 

Cabe destacar que el precio de los energéticos depende, principalmente, de los precios de referencia internacional y del mercado estadounidense. 

En ese sentido, si los precios de referencia internacional disminuyen, eventualmente el efecto se transmitirá a los precios nacionales, por esta razón hemos observado que los precios de este sector van en descenso. 

Como mencionamos, la inflación no subyacente es más volátil y depende de múltiples factores, por lo que el componente más relevante es el subyacente, dado que, si este es más resiliente, mantendrá los precios y sus expectativas “anclados”. 

Por lo tanto, si el componente subyacente de mercancías y servicios mantiene alimentando a la inflación, corremos el riesgo de que, eventualmente, algún factor detone los precios de energéticos y la inflación general vuelva a niveles superiores al 5 por ciento. 

Recordemos que en plena pandemia en 2020 los precios del petróleo fueron negativos. Pero así como la inflación es negativa para la economía, un proceso deflacionario también lo es, es decir, aquel en el que los precios presentan un decrecimiento general y sostenido. 

Esta tendencia no se puede sostener por mucho tiempo y, tarde o temprano, puede presentar un punto de inflexión. 

Si bien la caída de precios de los energéticos a nivel mundial nos ha beneficiado, esto puede ser un arma de doble filo, ya que, si no controlamos los precios de las mercancías y servicios, ¿Cuánto más pueden caer los precios de los energéticos? Esa es una pregunta que nos debería de preocupar, puesto que, así como todo lo que sube, eventualmente baja, también todo lo que baja, en consecuencia, sube. 

Basta un choque en el precio de los energéticos, tal como la escalada del conflicto armado entre Rusia y Ucrania, el incremento de la demanda o un recorte de producción de la OPEP, para que los precios puedan incrementar. 

Si bien la actual tendencia ha jugado a nuestro favor, se requiere de un mayor empeño para reducir los otros componentes y lograr la convergencia a la meta de inflación.

Por Yehoshafat Sereijo y Alejandro Rodríguez

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