Estrategia de Trump podría hacer que las empresas de EU pierdan

CIUDAD DE MÉXICO.- Trump, buscando castigar a China, puede acabar afectando más a sus empresas que a sus rivales asiáticas. Apple, por ejemplo, produce la mayor parte de los componentes de sus productos en China, y vende tanto y depende tanto de ese mercado que si el gigante asiático revirara y tratara a Apple como Estados Unidos trata a Huawei, la firma de la manzana sangraría y, de acuerdo con Goldman Sachs, podría ver una merma de hasta 30 por ciento en sus ingresos.

Quizá dentro de veinte años, cuando la economía china haya pasado a la de Estados Unidos, veamos a esta guerra comercial iniciada por Donald Trump como el último intento de los Estados Unidos por mantener su hegemonía tecnológica y económica.

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Quizá dentro de veinte años veamos a los poderosos Estados Unidos seguir dominando el escenario económico global y a China como un perenne segundón incapaz de alcanzar el poder de innovación del coloso americano. Pero lo que sí es seguro es que la actual disputa comercial será vista como un parteaguas que definió un escenario o el otro.

Porque, en sentido estricto, empresas como Apple, Qualcomm o Intel, que son identificadas como portaestandartes estadunidenses, son casi tan chinas como norteamericanas, medidas por dónde producen y dónde venden sus productos. Si China revirara a Trump y tratara a las empresas estadunidenses como tratan a Huawei por ejemplo, Apple y otras serían exprimidas por los dos costados.

Esta semana la Cámara Americana de Comercio de China y la Cámara Americana de Comercio en Shanghái publicaron una encuesta que levantaron de manera conjunta entre las empresas estadunidenses con operaciones en China con el propósito de indagar el impacto de varios escenarios de la guerra comercial de Trump.

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Los resultados son verdaderamente sorpresivos y muestran justo la imbricada relación económica China-EU construida por las multinacionales estadunidenses.

De las empresas encuestadas, tres cuartas partes de ellas afirmaron que su negocio estaba siendo afectado; la mitad de éstas contestaron que ven una caída en sus ventas, y el 42 por ciento mencionó que habría un aumento en sus costos como resultado de la actual escaramuza comercial.

Trump contestaría que, para ganar la guerra hay que sufrir un poco, pero los efectos de esta confrontación comercial, de no resolverse pronto, podrían producir daños permanentes en los niveles de precios y de producción en ambos lados del océano Pacífico.

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Un 38 por ciento de los encuestados señalaron que subirían los precios para compensar el alza en sus costos, mientras que 34 por ciento, ante la imposibilidad de subirlos, estima que sus márgenes de beneficio se reducirán en al menos 10 por ciento; mientras que 27 por ciento espera que la reducción de sus ganancias sea superior a ese 10 por ciento.

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Esa significativa perturbación en precios y márgenes de utilidad orillaría a muchos productores a cambiar su estrategia para sus instalaciones en China. Una tercera parte de los encuestados respondió que enfocaría la producción de sus plantas al mercado doméstico chino, en vez de exportar; otra tercera parte afirmó que estaba cancelando sus inversiones en ese país; y un 20 por ciento dijo considerar mover sus fábricas fuera de China, hacia el sureste asiático o hacia México.

Un dato sorprendente es que únicamente a uno por ciento de las empresas estadunidenses operando en China les preocupa las condiciones de transferencia de tecnología que les impone aquel país. Esto es notable dado el acento que Trump pone sobre el tema, al equiparar como un robo la política de China en ese aspecto. Los números rara vez mienten: una de las víctimas de la guerra contra China de Trump parece ser hasta el momento, justamente las empresas del país de Trump.