Trump y la migración: ¿qué dicen los números?

CIUDAD DE MÉXICO.- Donald Trump está metiendo en la agenda económica un tema que explícitamente Estados Unidos dejó fuera de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hace 25 años: la migración.

Cuando el Nafta se negociaba en 1992 y 1993, muchos economistas insistieron que era imprescindible dar algún tratamiento, así fuera marginal, a este asunto clave para la economía de Norteamérica, pero los negociadores estadunidenses clara y explícitamente excluyeron el tema. Quién diría que cinco lustros después su propio presidente pondría el espinoso tema en la mesa de negociación.

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Como el resto de la economía, los flujos migratorios mexicanos están concentrados hacia Estados Unidos: el 89.4 por ciento de los mexicanos que emigran lo hacen hacia el vecino del norte, mientras que 7 por ciento lo hacen a otro país, y un 3.6 por ciento no especifican el destino de su salida.

Un fenómeno interesante, que quizá esté ligado a la reciente reacción de Estados Unidos frente a la migración en México es el incremento, moderado, pero de llamar la atención, de la población inmigrante en México. Los inmigrantes han representado desde finales de la Segunda Guerra Mundial alrededor del 0.8 por ciento de la población total de México. A pesar de nuestra tradición de asilo, el país no ha sido un gran receptor de migración. Pero a partir del nuevo milenio ha habido un repunte de llamar la atención: en el año 2000 los inmigrantes representaron 1 por ciento de la población del país, y para el 2015 el porcentaje se había elevado al 1.7 por ciento.

CRECIMIENTO

Dado que el tamaño de la población crece, el número de inmigrantes en México ha crecido de manera importante. Como la base es muy baja el crecimiento parece muy espectacular: de hecho, el porcentaje se ha duplicado. Pero como porcentaje del total de la población, los inmigrantes son un porcentaje muy pequeño, lejos del 15 y 20 por ciento que pueden representar en otros países, por ejemplo.

El mercado laboral es por supuesto el mayor factor detrás de los flujos migratorios en México. Y es este factor el que quedó fuera en el Nafta, y que no fue incluido de nuevo en el Tratado México-Estados Unidos Canadá (T-MEC).

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El 67.8 por ciento de los emigrantes responden que la búsqueda de trabajo es la razón para migrar, mientras que los que buscan reunirse con su familia son el 14.4, y quienes lo hacen por motivos de estudios son el 12 por ciento, mientras que tan sólo el 1 por ciento dicen migrar por cuestiones de inseguridad o violencia.

Es lógico esperar que, por nuestra vecindad, el mayor grupo de inmigrantes en México venga de los Estados Unidos.

Por ejemplo, de los 961 mil 121 inmigrantes reportados en el censo de 2010, 738 mil 103 eran ciudadanos estadunidenses. El segundo mayor grupo de inmigrantes viene de Guatemala, con 35 mil 322 personas; seguidos por españoles, con 18 mil 873; Francia con 7 mil 163; Japón con 3 mil 004 personas; y el resto de las nacionalidades reportaban 158 mil 656.

Los números ayudan a explicar lo que pasa en la superficie de la política. La población migrante mexicana en los Estados Unidos, que creció de manera sostenida desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y que prácticamente se duplicaba cada década, llegó a un máximo en los inicios de la década pasada. Pero a partir de 2010 comenzó incluso a disminuir al aumentar la manufactura en México, especialmente en las regiones del norte, reteniendo los flujos de población, aunado al endurecimiento de las restricciones migratorias en el sur de Estados Unidos.

Este país es por mucho el principal destino de la migración mexicana, seguido por Canadá, con 80 mil habitantes; Luego queda España con 49 mil; y Alemania y Guatemala con 18 mil habitantes.

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Es de notar entonces cómo la argüida emergencia en la frontera no existe. La laxitud migratoria de la cual nos acusa el presidente Trump no está sustentada en los datos duros. Las caravanas de migrantes, organizadas para protegerse y economizar costos del traslado, son mediáticas y políticamente vulnerables, pero los números muestran que la migración de México hacia Estados Unidos se encontraba hasta antes de las amenazas presidenciales, en una tendencia que revertía décadas de flujos imparables.

EL PANORAMA

Cuando se negoció el Nafta, se dejó fuera de las negociaciones el tema migratorio. Poco después, la devaluación del peso forzó un gran flujo de movimiento migratorio. Sin embargo, a partir de 2010 el flujo migratorio se ha frenado y se ha producido, de hecho, una salida neta de migrantes para ubicarse en torno a 11.2 millones de individuos…

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… otra evidencia de que la amenaza migratoria para Estados Unidos es moderada es que México tampoco está sufriendo una gran presión migratoria del exterior, pese a las caravanas de inmigrantes que atraviesan el país. Pese a que México siempre ha sido visto como país de acogida, sólo un 1,7 por ciento de su población es inmigrante.