México tiene una gran oportunidad en la industria de microchips

De acuerdo con el medio informativo especializado Thomson Reuters, el nearshoring es la estrategia de externalización por la que una empresa transfiere parte de su producción a terceros los que, a pesar de ubicarse en otros países, están localizados en destinos cercanos y con una zona horaria semejante. Esta práctica surge como respuesta al offshoring, que con el objetivo de reducir los costos busca proveedores en otros destinos. 

El término de nearshoring comenzó a escucharse con mayor frecuencia en los medios de comunicación tras la pandemia, cuando descubrimos que las cadenas de suministro no eran tan fuertes como pensábamos.

Recordemos que estas se vieron afectadas debido a los problemas que trajo consigo la pandemia de covid-19 (empleados enfermos, mayores tiempos de traslado e incremento en los precios de transporte), provocando también una escasez de semiconductores. 

Por si esto fuera poco, las tensiones diplomáticas que existían entre China y Estados Unidos se han intensificado debido a la visita de Nancy Pelosi a Taiwán a inicios de agosto. Esto podría provocar aún más incertidumbre en una industria ya afectada, la industria de los semiconductores. 

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Los semiconductores son componentes que se utilizan en la producción de casi cualquier producto tecnológico, pero en el caso de nuestra economía resulta más crítico en la industria automotriz debido a que México tiene una importante participación en esta industria y se encuentra entre los 10 principales productores de autos a nivel mundial. Tener insumos para esta industria se vuelve algo crucial. Por ello, nuestro país debe alzar la mano y aprovechar el contexto internacional para atraer a las empresas de semiconductores y crear condiciones favorables para su asentamiento en el territorio mexicano.

Las ventajas de México sobre otros países son múltiples. No sólo contamos con mano de obra calificada, si consideramos que Estados Unidos es el principal consumidor de microchips en el mundo, se podría aprovechar que ambos países tienen una de las relaciones comerciales más fuertes a nivel internacional, además de la cercanía geográfica (y que incluso comparten husos horarios) que favorece la adopción del nearshoring de una manera casi natural. Por ello, un asentamiento de la industria de semiconductores permitiría un escenario favorable para las dos economías. 

Recordemos que la industria de microchips sufrió una crisis desde el comienzo de la pandemia debido a la parálisis de las fábricas para frenar los contagios de covid-19, una transformación de la producción hacia áreas más atractivas y la fragilidad de las cadenas de suministro resultaron ser la tormenta perfecta. Esto afectó de manera importante la industria automotriz nacional. La concentración de este mercado en los países asiáticos, principalmente en Taiwán, con una participación del 63% de la producción total mundial, provoca que cualquier posible conflicto en esa región o aumento de tensiones, ponga en alerta a una industria y prácticamente al mundo. Una solución viable a este problema sería la instalación de plantas productoras de semiconductores en distintos países. Las empresas taiwanesas como TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) ya han comenzado a realizar sus procesos productivos en distintas partes del mundo como en Europa, Japón e incluso en Estados Unidos. No obstante, aún existe un mercado potencial al que podría accederse con las características de nuestro país. 

En conclusión, México debe de aprovechar el contexto internacional y promover que llegue esta industria al país, pues se cuenta con la mano de obra calificada y una ubicación geográfica ventajosa. En caso de no hacer nada al respecto, México perderá su oportunidad de ingresar a esta industria considerada “el petróleo de la era digital”, y si el conflicto China-Estados Unidos continúa escalando, nos veremos inmersos una vez más en la escasez de microchips y en una crisis del sector automotriz.

Por: Miguel León y Víctor Hugo Martínez 

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