Maricarmen Cortés

Desde el piso de remates

Maricarmen Cortés

27 Abr, 2022

¿Funcionará el pacto estilo 4T con inflación importada?

 

El presidente López Obrador trabaja a marchas forzadas para anunciar hoy o mañana un pacto con el sector privado para tratar de frenar la inflación que, en la primera quincena de abril, cerró en 7.72 por ciento.

Pretende retomar la muy exitosa experiencia iniciada en el sexenio de Miguel de la Madrid con los pactos económicos que, en en efecto, fueron clave para frenar la inflación que, al inicio de su sexenio, era superior al 150% anual.

La gran duda es si ahora podrán bajar la inflación con un nuevo pacto al que se denominará Programa de Combate a la Inflación y la Carestía.

Hay varios problemas que ponen en duda la eficacia del Pacic. El primero es la diferencia entre las causas de la inflación.

En los años 80, la inflación se debía a factores internos por erróneas medidas económicas, como la nacionalización de la banca, que se tradujo en pérdida de confianza, salida de capitales y desplome de la inversión; el excesivo e ineficiente gasto público en la llamada docena trágica, que fueron los sexenios de Echeverría y López Portillo; el absurdo de pretender combatir la crisis del 82, anunciando los incrementos semanales en las tasas de interés por el peor gobernador del Banco de México, Carlos Tello, y la carrera salarios/inflación que, desde luego, perdieron los salarios.

Hoy la inflación es importada. No hay una crisis económica; un logro de López Obrador es que ha mantenido la estabilidad en las finanzas públicas, lo que ha evitado una devaluación abrupta del peso; y si bien los salarios se han recuperado en términos reales con la creación de la UMA, desde el sexenio pasado se desligaron de pagos de servicios, impuestos y prestaciones, evitando presiones inflacionarias.

La inflación hoy es un problema económico mundial, como bien reconoció el FMI y se deriva de diversos factores: la rápida recuperación de la demanda tras el confinamiento y la contracción económica por covid-19; la disrupción en las cadenas productivas y, desde luego, la guerra en Ucrania que ha elevado por las nubes los precios de energéticos y de productos agropecuarios.

Otra diferencia es que México es hoy un país totalmente abierto al comercio y a medidas que sí pudo aplicar el gobierno en los 80, como abrir cupos de importación, hoy no tienen sentido por nuestra apertura económica.

ORGANISMOS EMPRESARIALES DEBEN PARTICIPAR

El sector privado, desde luego, prefiere un nuevo pacto —que abarcaría a 24 productos de la canasta básica— a la otra alternativa que manejó López Obrador, que sería imponer control de precios generalizados.

Sin embargo, otro problema con el Pacic es que, a diferencia de los pactos en las que se sentaban a la mesa todos los sectores para fijar los precios tope y atender las necesidades y problemáticas de las distintas ramas comerciales, industriales y de servicios, ahora lo que se pretende es llegar a un acuerdo, pero sólo con las grandes empresas fabricantes de alimentos.

Los organismos empresariales ya protestaron y demandan participar, porque si realmente quieren repetir la experiencia de los pactos, requieren asistir a las negociaciones, principalmente la ANTAD y el sector obrero, ya que algunos sindicatos empiezan a presionar por incrementos salariales para compensar la inflación, como el nuevo de GM en Silao, que demanda un alza salarial de 19.2 por ciento.

 

 

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