Paul Lara

Cyberpunks

Paul Lara

22 Ene, 2024

Google y su demanda

Google, al igual que muchos grandes imperios tecnológicos en Estados Unidos como Meta, y ahora OpenAI, han obtenido todo su poder y monopolio quebrantando las leyes. No sólo en esa nación, sino ahora también en México, por lo cual está siendo demandada por la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece).

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La empresa verticalmente integrada, más no sólo un motor de búsqueda, ha sido acusada de usar su posición dominante para bloquear a la competencia.

La semana pasada platiqué con Ernesto Piedras, fundador y CEO de The Competitive Intelligence Unit, sobre el tema, y compartió documentos donde se ha identificado que Google gasta miles de millones de dólares cada año para garantizar que su motor de búsqueda esté instalado como opción predeterminada en navegadores y dispositivos móviles.

El caso de Apple es muy sorprendente pues, a pesar de tener Safari, entró, según documentos dados a conocer en el juicio que enfrenta la firma de Sundar Pichai en Estados Unidos, en el pago de 26 mil 344 millones de dólares en 2021 para que en el iPhone y en otros equipos venga por default el motor de búsqueda de Google. Vaya pifia, Apple recibió en total 18 mil millones de dólares.

En México, la Cofece alega que Google ha excluido la competencia en el mercado de búsquedas en internet, sus competidores no tienen una oportunidad real de desafiar su poder de mercado. La empresa estadunidense es tan dominante que este vocablo no sólo es un sustantivo para identificar a la empresa y el motor de búsqueda, sino también se convirtió en un verbo que significa buscar en internet (“googlear”).

Según los términos y efectos del acuerdo de Apple con Google, eso se han convertido en la pieza central de la demanda del Departamento de Justicia de EU, quien ha argumentado que equivale a un monopolio anticompetitivo, ya que testigo tras testigo testimonian que cualquier motor de búsqueda con acceso a la cuota de mercado masiva de Apple se convertiría inmediatamente en un jugador de poder.

Satya Nadella, CEO de Microsoft, testificó que Apple puede, efectivamente, “ser el rey” con su elección de incumplimientos y que estaba dispuesto a perder hasta 15 mil millones de dólares al año para que Bing estuviera en lugar de Google como motor de búsqueda del iPhone, del iPad o de sus computadoras. Otro que recibe dinero, pero en menor cantidad, es Samsung, quien ahora, al perder el primer lugar de ventas en el mundo frente a Apple, posiblemente reciba menos pago por parte de Google.

En el análisis de The CIU, Competencia en el Mercado Publicitario: Recomendaciones de Política Regulatoria para México, que me compartió Piedras, se especifica que en la categórica concentración de mercado en publicidad digital, se favorece a dos jugadores: Meta y Google, al contabilizar de manera conjunta 85.2% de los ingresos totales en México. Ello ha resultado en el ejercicio de prácticas anticompetitivas e ineficiencias de mercado.

De acuerdo con la Cofece, Google abusó de su posición dominante de mercado para realizar conductas probablemente anticompetitivas de ventas atadas o empaquetamientos en el mercado de servicios de publicidad digital y servicios relacionados. Esto iniciará con un procedimiento en forma de juicio en el que, de comprobarse esta actuación, se “ordenará la corrección o supresión de la práctica ilegal y los infractores podrían recibir una multa de hasta 8.0% de sus ingresos anuales”.

Este proceso, histórico en países como México y EU, más no en la UE, podría resultar en que se obligue a la compañía a cesar en sus supuestas prácticas de abuso de posición dominante y que se adopten las medidas estructurales necesarias para reparar cualquier daño anticompetitivo, circunstancia que sentaría un precedente para otros casos que enfrenta alrededor del mundo.

México y sus instituciones deben atender rápidamente estos monopolios y violaciones a la ley de empresas como Alphabet (Google), Meta (Facebook, Instagram y WhatsApp) y Open AI (Chat GPT y, aunque lo nieguen, Worldcoin), pues esto afecta gravemente a la competencia e impulsa de manera indiscriminada el robo de datos personales y la privacidad de los usuarios, y los suma a su capitalismo de vigilancia y consumo.

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