¿Asegurar o no su celular? Esta es mi experiencia

Pensé que no lo necesitaba, juré y juré que ahora sí iba a cuidar mi teléfono nuevo
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 Pensé que no lo necesitaba, juré y juré que ahora sí iba a cuidar mi teléfono nuevo. Foto: Pixabay
Pensé que no lo necesitaba, juré y juré que ahora sí iba a cuidar mi teléfono nuevo. Foto: Pixabay

CIUDAD DE MÉXICO.- El celular para mí, como para muchas personas, se ha convertido en una herramienta de trabajo, y aunque siempre me he considerado cuidadosa, ya tengo dos lecciones que no he aprendido.

Te voy a contar una historia de errores financieros.

Hace aproximadamente dos años iba por la calle, me detuve en un lugar a comprar agua, en cuestión de segundos, entre que buscaba el dinero y pagaba, perdí de vista el telefóno, que recuerdo, tenía en la mano.

Justo antes de entrar al edificio me di cuenta que no lo traía, fueron minutos, pues creo que reaccioné rápido, sin embargo, al regresar al puesto donde compré el agua, donde estoy segura que lo dejé, me dijeron que no estaba ahí.

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La realidad es que alguien lo tomó ante mi distracción, y quiso recibir algo a cambio para regresarlo; estuve marcando y por fin alguien contestó por un mensaje corto, me dijo que se lo habían vendido y que me lo regresaba, pero que le diera lo que había pagado por él: 700 pesos.

Ante la decisión de pagar o tener que dar de  baja el teléfono e ir al Centro de Atención de la empresa que me provee el servicio de telefonía y el tiempo que implicaba, decidí “pagar el rescate”, sin embargo, la persona que lo tenía nunca llegó a la cita.

Así que tuve que hacer todo el trámite, ese que no quería realizar, pero además tuve que comprar otro aparato y seguir pagando el que había perdido (inserte aquí el emoji que llora amargamante). 

A mí, como a ti seguramente, me ofrecieron un seguro y aunque en ese momento no acepté, porque consideré que era importante investigar entre varios productos, me perdí en la inercia o la desidia, obviamente no lo contraté y ya sabes el resto de la historia. 

Hace poco mi celular dejó de funcionar y compré otro, volvieron a ofrecerme un seguro, esta vez pensé que no lo necesitaba, juré y juré que ahora sí lo iba a cuidar.

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Mi confianza extrema me jugó una mala pasada, a pocos días de tenerlo se me cayó y la pantalla se estrelló, cuando logré superarlo y decir “ni modo las cosas pasan, si me desgasto yo que no se desgaste él” y un sin fin de argumentos para sentirme mejor, el teléfono decidió morir y no prender más. 

La moraleja de esta historia es sencilla, vale más tener un seguro y no utilizarlo, que requerirlo y no tenerlo. 

He imaginado miles de ocasiones lo que me hubiera ahorrado de contratar el seguro, en decir, que sí aunque cueste un poquito más, no sólo hablo del dinero, también me refiero al tiempo invertido, ya sabes lo que dicen que el tiempo es oro.

La Comisión Nacional para la Defensa y Protección de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) establece que este tipo de seguros cubre entre uno y dos eventos al año, esto es por robo extravío y algunos daños, en el caso de robo es indispensable presentar una denuncia ante el Ministerio Público. 

Dependiendo del tipo de seguro, la indemnización se hace en efectivo, considerando la depreciación del aparato o te darán un aparato con características similares al que tenías ¿a poco no es más conveniente?

Sobre todo pensando que ahora los teléfonos no son nada económicos, para ser sinceros cuestan un pequeña fortuna, piensa si quisieras pagar dos veces por lo mismo.

kgb 

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