QE3 y la política no convencional de Ben Bernanke: Paradigmas

Entender qué es el QE es entender una herramienta de política monetaria de Estados Unidos.
Opinión -
¿Por qué siempre aparece el concepto “QE” cuando se habla de Ben Benanke? Foto: Getty
¿Por qué siempre aparece el concepto “QE” cuando se habla de Ben Benanke? Foto: Getty

Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (Fed), pareciese que es también un candidato a la presidencia por el número de veces que aparece bajo los reflectores de una gran parte de los periódicos del mundo. Cada una de sus palabras es leída con lupa por los inversionistas para obtener algún indicio que permita conocer cuál será su próximo movimiento; mientras que los hacedores de política económica de diversos países, como México, lo observan para saber cómo una decisión suya podrá impactar en sus economías y así poder actuar en consecuencia.

Por ello, su último discurso en el Simposium de la Reserva Federal de Kansas City en Jackson Hole, Wyoming, no puede pasar desapercibido y deber ser sujeto de análisis. Pero antes de ello, ¿por qué siempre aparece el concepto “QE” cuando se habla de Ben Benanke?

Entender qué es el QE es entender una herramienta de política monetaria de Estados Unidos. Estas dos letras significan Quantitative Easing (Flexibilización Monetaria) y forman parte de la política no convencional que ha llevado a cabo la Fed ante el fracaso de las políticas convencionales para reactivar a la economía. Por tanto, la política monetaria de Estados Unidos, hoy en día, se puede dividir en convencional y no convencional. 

En la primera, su herramienta más conocida son las “operaciones de mercado abierto” y consiste en modificar la tasa de interés de corto plazo (Fed funds rate) por medio de la compra-venta de bonos gubernamentales para incidir en la liquidez del sistema bancario y en el crédito a la economía. 

Sin embargo, en la política no tradicional, las herramientas son relativamente nuevas. Las principales son el QE, Operation Twist y la “Comunicación” (language guidance). En el QE, al no utilizar reservas, se imprime dinero para comprar valores a los inversionistas para que estos, con el ingreso obtenido, compren nuevos bonos o acciones para aumentar sus precios, reducir su tasa de interés y con ello fomentar la inversión y el consumo. El segundo, Operation Twist, es la venta de bonos del Tesoro de corto plazo para comprar bonos del Tesoro de largo plazo para que  los agentes puedan comprar así otros activos. El tercero, la “Comunicación”, es una herramienta que permite a la Fed informar a los mercados cuál es su posición y visión de la economía. Por ejemplo, en el más reciente comunicado del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés),  se señaló que la tasa de interés continuará en niveles mínimos (entre 0 y 0.25%)  hasta “finales del 2014”.

Ahora bien, esta división en la política monetaria se ha dado porque las tasas de interés de corto plazo ya son muy bajas y el daño de la crisis de 2007-2009 en la economía aún no se ha reparado. Por ende, se necesitan nuevos mecanismos para lograr reactivar a la economía. Para refrescar un poco la memoria sobre este tipo de políticas basta mirar a 2008. 

La primera fue el QE1 y se en ella se realizó una compra de 600 mil millones de dólares de activos en los que se incluían activos respaldados por  títulos hipotecarios con el objetivo de sanear el mercado de los activos tóxicos. En marzo de 2009, se amplió la compra masiva de activos por 1.25 billones incluyendo esta vez a los bonos del Tesoro de largo plazo. En noviembre de 2010, se llevó acabo el llamado QE2 con la compra de 600 mil millones de dólares en bonos del Tesoro. En 2011 se instrumentó la Operation Twist por 400 mil millones de dólares. Por último, la “Comunicación” como instrumento se ha utilizado a lo largo de los últimos cuatro años. 

Con respecto al discurso presentado en Jackson Hole, éste cobró relevancia pues se presentó en un contexto de baja actividad económica; el desempleo se encuentra aún por arriba del 8% y el PIB del segundo trimestre creció 1.7%, menos que en el periodo anterior. A pesar de ello, la señal de política que se esperaba no era un nuevo QE sino algo menos drástico, como la ampliación del tiempo en que la tasa de interés continuaría en sus niveles más bajos (hasta 2015, se pensó). No obstante, ninguna de estas dos señales se ocurrieron. Por su parte, se justificaron las políticas no convencionales pasadas, así como su costo-beneficio y se dejó abierta la posibilidad a una nueva instrumentación de política no convencional pero no más. 

Sin embargo,  las nuevas cifras de empleo de EU han salido a la luz. En el más reciente informe del Bureau of Labor Statistics se menciona que el número de empleos creados en agosto fue de 96 mil, cantidad menor a la pronosticada (130 mil). Y a pesar de que la tasa de desempleo ha disminuido de 8.3 a 8.1% esto se debe a la reducción de la fuerza laboral (en tanto que una menor cantidad de individuos sigue buscando trabajo). Con estos datos, la gente se pone de pie y se mantiene alerta, pues parece que un nuevo QE se acerca.

¿Cuáles son los temores ante un nuevo QE3? Primero, que la cantidad de bonos del Tesoro en el mercado se verá reducida, dejando muy pocos para utilizarse como colaterales en los prestamos bancarios, teniendo como efecto una reducción en liquidez. Segundo, cuando la Fed decida dejar sus políticas intervencionistas, dada la gran cantidad de bonos que mantiene, su salida será brusca y perderá la confianza de los inversionistas y el anclaje en las expectativas de inflación. Tercero y último, existe el temor a que se especule en contra de la economía en busca de un mayor rendimiento, pues la Fed ha llevado el rendimiento de los bonos a niveles muy bajos. Estos temores encuentran algunos calmantes en el mismo discurso de Bernanke.

Con respecto al primer temor, se argumenta que hasta el momento no hay indicios de que se “seque” el mercado, pues no se han visto problemas en el mercado de bonos del Tesoro y su tenencia e intercambio por parte de los bancos e inversionistas permanecen “robustos”. En cuanto a la pérdida de anclaje en las expectativas, en caso de que comience a suceder, se pueden aumentar, como ya se ha hecho, las tasas de interés para drenar las reservas en el sistema bancario, es decir, pagar por tener más reservas del sistema y así disminuir el crédito, revirtiendo la flexibilización monetaria. Finalmente, el temor de la especulación puede ser atenuado, pues el monitoreo se ha ampliado hacia el sistema financiero para reducir posibles riesgos sistémicos. 

La pregunta subsecuente es si realmente han tenido un impacto estas políticas en la economía. De acuerdo con un análisis de The Economist, que parte de las recientes investigaciones publicadas por la Reserva Federal de San Francisco, la compra masiva de bonos muy probablemente contribuyó a disminuir en 1.5% la tasa de desempleo. Además, el producto real a finales de 2012 aumentó en 3%, gracias al QE1 y al QE2. Así, tanto el producto como el empleo se vieron beneficiados por este tipo de políticas poco convencionales.

En conclusión, la Reserva Federal a raíz de la crisis de 2008 ha instrumentado una política monetaria no convencional que ha tenido un impacto positivo en la economía de Estados Unidos. A juzgar por sus datos, parece que existe un beneficio por haber inyectado grandes cantidades de dinero al sistema. Además, aún persiste la incertidumbre, pues no sólo se  vislumbra un nuevo QE debido al mal desempeño en el empleo, sino que esto podría incidir en las demás economías por el lado de los flujos financieros y la apreciación de sus monedas, teniendo repercusiones en el comercio. Por tal motivo, Ben Bernanke continúa en la mira, ahora hay que esperar su reunión en el FOMC del 12 y 13 de septiembre por la llegada de un posible QE3.  

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