¿Por qué no prestan los bancos en México?: Paradigmas

Una de las causas del bajo crecimiento económico en México es la falta de financiamiento bancario hacia el sector privado.  De acuerdo con Juan Carlos Moreno-Brid y Jaime Ros, a finales de 1995 el crédito hacia el sector privado no financiero era de 49.7% del PIB, mientras que en 2007 se encontraba en un 25 por ciento. La reducción del crédito afecta el crecimiento económico en tanto que repercute en el desarrollo de las capacidades productivas, en la composición de los inventarios y en la capacidad de respuesta por un alza inesperada de la demanda. 

Además, por lo regular se conoce que los bancos cobran altas tasas de interés y elevadas comisiones. Esto contribuye no solo a que el prestatario deje de solicitar créditos bancarios, sino que se vea motivado a recurrir a fuentes alternas como los proveedores. Y aunque esta fuente puede ser más barata no es del todo eficiente para la economía, pues contar con un proveedor implica tener una relación prestablecida; por lo que, quien inicia un proyecto o una empresa que desee cambiar de giro puede verse limitada en estos casos.

Ante esta situación, ¿qué es lo que se ha hecho para abatir estos obstáculos? Algunas medidas son el fomento al surgimiento y crecimiento de cooperativas de ahorro y préstamo, de uniones de crédito y cajas solidarias, etc.; entidades conocidas como financieras populares que buscan aumentar el acceso al crédito. Otra medida ha sido la creación de la figura de los Corresponsales, con la cual se busca aumentar los puntos de acceso a servicios financieros. Estas medidas, que han tenido lugar en fechas recientes, solamente han logrado incrementos marginales en el financiamiento interno al sector privado.

Por su parte, un hecho que ha causado controversia es el papel de la competencia en el sector. Podría pensarse que la baja competencia es la causante de las altas tasas de interés que se cobran. Sin embargo, economistas como Pablo Cotler han mostrado con base en el índice de Herfindahl-Hirschmann (índice para medir el grado de concentración en una industria donde 10,000 es el límite máximo, es decir, cuando una empresa controla el 100% de toda la industria) que en realidad ha ocurrido un aumento en la competencia en el sector financiero. Así, en el año 2000 este índice fue de 1,550 y en 2005 pasó a 1,510 lo que muestra que la concentración ha disminuido un poco gracias a la creación de instituciones como las Sociedades Financieras de Objeto Limitado (Sofoles) que son entidades privadas en el mercado hipotecario.

Sin embargo, existe un problema que no se ha resuelto en el sector bancario y que posiblemente pueda contribuir a incrementar el crédito: el problema de la información asimétrica. En palabras de Joseph Stiglitz, esto se refiere a que personas distintas saben cosas distintas. Por ejemplo, el empresario (prestatario) sabe mejor que el banco (prestamista) cuál es el riesgo que existe en su proyecto. En un nivel macro, ante el desconocimiento sobre el verdadero riesgo de los proyectos de los prestatarios, el prestamista puede verse en la necesidad de cobrar altas tasas de interés para protegerse ante un eventual impago del préstamo otorgado.

Esto traería como consecuencia un problema de selección adversa, es decir, ante las características de los prestatarios que no son observables por el banco se determina una ineficiente distribución de recursos y riesgos. Así, aquellos nuevos prestatarios que pudiesen tener proyectos exitosos y rentables tendrían que optar o por pagar altas tasas de interés, lo que reduciría el rendimiento de su empresa, o definitivamente no recurrir al préstamo y ver frustrado su proyecto. 

Pero, ¿por qué es el banco tan reacio a incurrir en riesgos al momento de prestar? Pues porque así como existen prestatarios con buenos proyectos, también los habrá con malos y éstos son los que tienen mayor probabilidad de no pagar sus préstamos y los que, en promedio, aumentan el hecho de que los bancos cobren altas tasas de interés. 

Por lo anterior, la clave es “hacerse notar”. El prestatario que sabe que tiene un buen proyecto buscará los medios para hacerle ver al banco que su proyecto es muy rentable, así buscará alejarse de la media que puede no tener un proyecto rentable. Con esto, buscará que se le asigne una menor tasa de interés que el que se aplica a la media. No obstante, el que se encuentra en la media al ver al primero, querrá también tener una menor tasa de interés, por lo que buscará de igual modo hacer notar la rentabilidad de su proyecto. Esto será así consecutivamente hasta que todos logren hacerse notar y tener una mejor tasa de interés con sus respectivos recursos asignados.

Pero, ¿qué ocurre si los agentes no logran hacerse notar? Serán los bancos quienes también deban actuar. Estos invertirán en mayor información para buscar al mejor prestatario. En este caso, cuando el banco lo encuentre buscará establecer un contrato crediticio con él a una cierta tasa de interés, tal vez más rentable para el banco que para el empresario. Así podrá obtener una ganancia informacional, pero al momento en que otros prestamistas se enteren de esta ganancia podrán buscar también verse beneficiados, lo que reducirá la ganancia del primer banco. Esto lleva a deducir que el prestamista al hacer visible su información pierde sus ganancias, lo que puede orillarlo a no invertir más en información y con ello no prestar, o bien, a no compartir la información. Es decir, un problema de incentivos. 

Ahora bien, en la práctica ocurre algo muy parecido. En 1995 se creó el primer Buró de Crédito y en 2005 se creó el segundo, llamado Círculo de Crédito. Los dos son organismos privados cuyo fin es el intercambio de información sobre sus clientes existentes y potenciales, es decir, de sus historiales crediticios. Así, el intercambio es voluntario: si un banco quiere información de algún cliente puede acudir al buró de crédito, pero si no comparte la información que obtenga no se le dará más el servicio de información. 

No obstante, los incentivos no pueden dejarse de lado. Entre ambos burós de crédito se ha observado que se aplican muchas trabas para compartirse información, por ejemplo, el precio que se aplican para intercambiar información es elevado. También, se han mencionado casos de bancos comerciales que se han negado a compartir información. 

Todo esto parece lógico a la luz de los incentivos, pero en un nivel agregado no lo es tanto. Primero, se ha demostrado que el intercambio de información entre prestamistas sirve para disminuir el costo de la información para entrar a nuevos mercados. Segundo, el establecimiento de una lista negra (aquellos que han incurrido en impagos o atrasos) puede ser un incentivo hacia los deudores para disminuir sus riesgos. Tercero, para reducir el sobreendeudamiento y el riesgo moral, es decir, dado que cuentan con crédito de más pueden incurrir en gastos excesivos sin mirar los riesgos. 

Pero existe algo más. Si los bancos están conscientes de esto, ¿por qué existe todavía la negativa a compartir información? De acuerdo con Tullio Pagano y Marco Jappelli los incentivos se incrementan para compartir información si existe una gran movilidad de deudores (prestatarios), una heterogeneidad entre ellos, un amplio mercado crediticio y un bajo costo para obtener información. Por lo que se observa actualmente en México, las tres primeras variables que se mencionan son muy reducidas.

La gran movilidad se refiere a la gente que pasa del campo a la ciudad o aquella gente que se encuentra en la informalidad. En México, casi un 40% de los trabajadores son informales y por tanto no pueden acceder a un crédito, por lo que sólo pueden quedarse como potenciales deudores hasta que se regularicen. Y la población que se encuentra en zonas rurales se encuentra sumamente abandonada por parte del sector bancario debido, entre otras razones, a las precarias condiciones en infraestructura, la poca educación financiera o por la poca importancia que se le otorga al campo en la economía en general.

La heterogeneidad en cuanto a los diferentes tipos de préstamos que pudiesen solicitarse y el mercado crediticio y su amplitud, pueden darse si, por ejemplo, se observa a las 83,000 pequeñas y medianas empresas (Pymes) que tenía México para 2006, de las cuales 86% eran pequeñas y 14% medianas. Esto sin contar a las informales.  

Por tanto, para resolver esta negativa de los bancos a prestar, es necesario instrumentar políticas encaminadas a reducir la informalidad en las pequeñas y medianas empresas. Reducir los incentivos que fomenten la informalidad (como el Seguro Popular) y aumentar la infraestructura en las zonas rurales como una forma de incluir al sector primario como un sector productivo potencial y, por tanto, un prestatario potencial del sector bancario. 

En conclusión, una de las razones por las cuales no se presta en México son las asimetrías de información. Para reducirlas es necesario contar con los incentivos adecuados para fomentar el intercambio de información que permita no solo aumentar el crédito, sino reducir las tasas de interés. Esto, a su vez, permitirá reducir el problema de la selección adversa, pues los riesgos y recursos se asignarán de forma eficiente. Por tal motivo, la creación de los burós de crédito en el país es sólo una parte de la solución del problema, la otra parte radica en las políticas públicas que puedan instrumentarse para contribuir a reducir estos problemas y asimetrías.