Jesús Alberto Cano

Colegio Nacional de Economistas

Jesús Alberto Cano

5 Nov, 2012

La crisis nos acorrala en el ocaso del sexenio

El ocaso del sexenio del presidente Felipe Calderón Hinojosa trae malas noticias para los mexicanos, mismas que suben de color por la crisis económica que empeora y anuncia retos importantes que enfrentará la economía mexicana durante la próxima administración.

Tan bien que pintaba el futuro de México, pero se ha venido desdibujando por acontecimientos externos, fuera de nuestro control, y por decisiones mal pensadas y mal instrumentadas por la administración saliente.

Sobresale el empequeñecimiento del Estado mexicano y la contracción de acciones por parte de los aparatos gubernamentales de los tres niveles, por atender cada vez más las tesis del Consenso de Washington, de lo que aconsejaba el interés de México.

Por ello, los gobiernos mexicanos en los tres niveles ahora son pobres y sus menores recursos no les permiten atender sus responsabilidades básicas y ejercen cada vez menos acciones, aunque urgentes, para promover la economía dinámica que México requiere.

Ese esquema nos ha llevado a la grave caída del crecimiento económico de las últimas tres décadas —intensificada recientemente— con amenazas de su acentuación en el futuro próximo, con una pobreza que ahora ronda en torno a 50% de la población, y con un desempleo y subempleo que crecen con cada vez menos penetración del mercado formal laboral, que es el que ofrece protección social a los trabajadores.

Lo importante a entender es que México siempre ha gozado de dos mercados fundamentales: el mercado externo, cuyas exportaciones generan empleos y traen consigo bienestar diverso, y el mercado interno, al que siempre hemos querido fortalecer, pero que, no obstante no haber logrado ello, ha seguido siendo un importante componente de la actividad económica y del bienestar del país.

La pérdida de competencia en los mercados internacionales tiene que ver con nuestra capacidad de competir y con las decisiones de políticas públicas en ese ámbito, que bien pensadas y aplicadas hubieran podido mejorar nuestra respuesta.

Pero ahí hemos encallado en una serie de políticas económicas desafortunadas, que han promovido una política comercial que ha venido reduciendo, y a veces eliminando, la protección que anteriormente ofrecía a la planta productiva nacional.

Hoy enfrentaremos un freno a la economía mexicana, en el último trimestre del año, por la contracción de la demanda externa por nuestras exportaciones. Y aunado a ello, el lento crecimiento del mercado interno, que también se viene desacelerando y el gobierno, fiel a su ideología, sin la intención de aplicar políticas públicas compensatorias.

Luego también, consistente con nuestras críticas pasadas de la falta de una banca comercial activa en proveer financiamiento a las actividades productivas, ahora el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) nos reduce de país 41 a 43 en su desarrollo financiero, lejos de los exitosos países BRIC (Brasil, Rusia, India y China).

Y nuestra otrora activa Banca de Desarrollo, fuertemente empobrecida en recursos y atribuciones por las recientes administraciones federales, enfrenta ahora serias resistencias de los bancos comerciales para que se fortalezca.

Y, para acabarla, el Banco de México está amenazando con aplicar una tasa de interés de referencia más alta a 4.5% actual, ante la inflación que se nos ha subido por el impacto de los altos precios de los productos alimentarios provenientes del exterior, no obstante que tal medida no afectaría esa evolución.

Lo que México necesita es una banca comercial que apoye a los sectores productivos, una nueva y fortalecida banca de desarrollo y un Banco de México más activo que provea apoyo a esos sectores, y que refuerce la regulación financiera para que la banca cumpla con sus obligaciones al país.

*Presidente del Colegio Nacional de Economistas @acanovelez