Estúpido y dulce amor: Paradigmas

La posibilidad de que el amor sea lo mejor y lo peor que nos pase, es una pena para los humanos y, por tanto, una falla desde el punto de vista económico
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Esto se ve más claramente usando un enfoque de teoría de juegos. Foto: Photos.com
Esto se ve más claramente usando un enfoque de teoría de juegos. Foto: Photos.com

Freud dijo que el propósito de la vida de los humanos es conseguir la felicidad y mantenerla. Sin embargo, debido a ciertas dificultades, generalmente es más fácil evitar el displacer que conseguir placer de manera directa. Por ello menciona distintos métodos para evitar el sufrimiento, cada uno con ventajas y desventajas. Entre ellos se encuentran:

- La soledad, que protege contra las penas provocadas por la sociedad.
- La técnica y la ciencia, para protegerse del temido mundo exterior.
- La intoxicación química, para escapar del sufrimiento interior.
- El amor sexual, que “nos ha procurado la experiencia más intensa de sensación placentera avasalladora”.

El problema del amor es que si bien es el método que nos puede procurar mayor satisfacción, también tiene su lado negativo; si no lo tuviese, “a ningún ser humano se le habría ocurrido cambiar por otro este camino hacia la dicha. Nunca estamos menos protegidos contra las [penas] que cuando amamos; nunca más desdichados y desvalidos que cuando hemos perdido al objeto amado o a su amor” (Freud, El malestar en la cultura. 1929).

Esta característica dual del amor (la posibilidad de ser lo mejor y lo peor que nos pase) es una pena para los humanos (y, por tanto, una falla desde el punto de vista económico). Gracias a esta característica ocurren menos intercambios amorosos que los que serían “socialmente óptimos”.

Esto se ve más claramente usando un enfoque de teoría de juegos. Hay dos jugadores, A y B.  Ambos pueden realizar las siguientes acciones: cooperar o no cooperar. Los pagos están descritos en la siguiente tabla: (la primera coordenada es el pago que recibe A, la segunda es el pago que recibe B).

En este caso, “cooperar” podría ser interpretado como “revelar los sentimientos al otro”. Hay tres posibles escenarios:

a) Mejor escenario: Si ambos revelan sus sentimientos, se obtiene un bonito resultado (una relación) por lo que ganan 5.

b) Escenario mediocre: Si ninguno coopera, no se logra nada por lo que ni ganan, ni pierden; obtienen 0.

c) Sólo uno gana: Si A le revela sus sentimientos a B , pero B los esconde, A pierde (-1) y B gana (2) y viceversa. Suponemos que hay cierto placer en “dominar” al otro, pero que este placer no sobrepasa al que se recibe cuando ambos cooperan (2<5).

Los dos equilibrios de Nash son {cooperar, cooperar} y {no cooperar, no cooperar}. ¿Qué va a ocurrir? Nótese que lo ideal sería que ambos cooperaran; sin embargo, “no cooperar” es menos riesgoso (no pierdes nada). Esto es precisamente lo que Freud decía: el amor (cooperar) puede ser lo mejor que nos pase (5) pero también lo peor (-1).

Si las personas tienen la suficiente aversión al riesgo, puede ser que el resultado final sea el mediocre {no cooperar, no cooperar}: “La mejor manera de evitar que te rompan el corazón, es pretender que no tienes uno”, dice Charlie Sheen. Es, sin embargo, una pena que no ocurra un intercambio que podría ser mutuamente beneficioso.

¿Qué se puede hacer? Yo creo que el ser humano es el único animal con la capacidad de complicarse la existencia: encontramos problemas donde no los hay y magnificamos los existentes. El desamor debería doler pero no demasiado; somos más de 7,000 millones de personas en el mundo, ¡y nosotros sufrimos por una!

Por simple probabilidad, tras una decepción amorosa, no nos debería costar demasiado trabajo encontrar a alguna otra persona que sea compatible con nosotros. El problema es que nos han hecho creer una serie de mentiras (léanse estas palabras de John Lennon) que han logrado pervertir y banalizar la experiencia del amor.

Puede sonar a cliché, pero lo único que se puede hacer al respecto es amarnos a nosotros mismos. Un poco de autoestima contribuye a evitar que las pérdidas duelan demasiado; de esta forma, nos asusta menos “Cooperar”. Dejemos de ser medias naranjas para convertirnos en enteros.

“To say 'I love you' one must first know how to say the 'I'”. (Ayn Rand)

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