Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

24 Oct, 2013

Noticias desde la madre patria

Seguramente usted, amigo lector, recuerda que durante una buena parte del año pasado en esta columna y quizá en otras, en este periódico y en muchas otras publicaciones, el tema de la mala situación de Europa fue objeto de escrutinio en repetidas ocasiones.

Quizá también recuerda que en algunas ocasiones durante los meses de este año, he escrito que si bien efectivamente la condición económica en Europa era crítica, los esfuerzos costosos en todos sentidos que se habían venido haciendo en muchos países para darle alguna estabilidad a la economía local y regional, habían logrado avances que en esos momentos eran imperceptibles, pero que podían empezar a rendir frutos en el futuro, cosa en la que insistí hace un par de semanas cuando estaba en Washington, DC, en el evento del FMI al que asistí.

Así las cosas, sabemos que una de las economías con mayor deterioro es la de España, cuyo dato de 26% de desempleo ha recorrido el mundo entero y creo que a más de uno le ha hecho pensar que una situación así es muy difícil de revertir. Y vaya que lo es.

Pero resulta que el día de ayer, después de nueve trimestres seguidos de caída del PIB, el Banco de España publicó que estima que en el tercer trimestre de este año, la economía española creció en 0.1%. Casi nada, pero por lo menos no se muestra deterioro.

Desde luego que un dato así no puede por sí solo provocar comentarios de recuperación económica, menos cuando la tasa de desempleo es la que conocemos y cuando, de lo por seguro, la sociedad está lejos de percibir en su vida diaria una  mejoría. Ése es el problema –en parte–, de los indicadores económicos y las apreciaciones que con frecuencia se hacen a partir de ellos y que suenan a cualquier cosa, menos a un reflejo de lo que la gente conoce como “la realidad”.

Pero lo cierto es que la información económica y lo que los mercados hacen, suelen dar idea de lo que está ocurriendo o de lo que los inversionistas perciben. En ese sentido valga decir que la bolsa española, medida a través del Ibex 35, de julio de 2012 a la fecha, ha subido 66% y desde finales de junio de 2013 lo ha hecho en 31 por ciento.

A la vez, el diferencial entre los rendimientos de los bonos españoles y los alemanes en el plazo de dos años, se ha reducido a 242 puntos base, que es más o menos una tercera parte de lo que era hace un año. Y en la misma línea, es sabido que Bill Gates adquirió en días recientes 6% del capital de una empresa constructora española; supongo que aprovechando los precios bajos, pero no solamente por eso; supongo también.

Como siempre, habrá quien piense que es muy pronto para decir que las cosas en España en particular y en Europa en general, están lejos de resolverse y es probable que tengan razón. Pero también creo que las señales que se empiezan a percibir de estas economías son diferentes a las que veíamos hace 18 o 24 meses. Quizá podamos estar en presencia de algo que se puede resumir con el dicho popular de: “Más tiene el rico cuando empobrece, que el pobre cuando enriquece”. Creo que es un buen riesgo el que se tiene por delante.

Claro que esto que está ocurriendo en Europa y en otras latitudes de países desarrollados, tiene una contrapartida en los países emergentes, entre los que México se encuentra. Por más que nos empeñemos en decir que nosotros somos el futuro, hay que demostrarlo con hechos, ya que el pasado en términos generales, no nos ayuda a vender tales promesas.

Desde luego que como siempre hay diferencias entre las economías de una región, pero de lo que estoy seguro es que tales diferencias, buenas y malas, son perceptibles para los mercados cada vez con mayor precisión y rapidez. Como suelo decir, somos lo que los otros piensan que somos, no lo que nosotros decimos. Suerte.

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