Un línea en el mar de Perú y Chile

La disputa por la frontera marítima se ha convertido en el último capítulo de la Guerra del Pacífico
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En su fallo largo tiempo esperado el 27 de enero, el tribunal debidamente concedió a Perú el control de unos 49,210 kilómetros cuadrados de océano.
En su fallo largo tiempo esperado el 27 de enero, el tribunal debidamente concedió a Perú el control de unos 49,210 kilómetros cuadrados de océano.
Durante más de un siglo, el alma colectiva de Perú ha llevado la cicatriz de su derrota en la Guerra del Pacífico de 1879-1883 y de la subsecuente dilación de Chile al implementar los términos de un tratado de paz. 
 
Cuando el gobierno de Perú pidió a la Corte Internacional de Justicia en La Haya que trazara de nuevo los límites marítimos entre los dos países, muchos peruanos vieron la oportunidad de sanar el herido orgullo nacional.
 
En su fallo largo tiempo esperado el 27 de enero, el tribunal debidamente concedió a Perú el control de unos 49,210 kilómetros cuadrados de océano, pero confirmó el control de Chile sobre aguas costeras ricas en peces. La decisión fue arbitraria pero justa en general, menos de lo que Perú había esperado, pero menos mala de lo que Chile había temido. 
 
Ofrece a ambos países la oportunidad de dejar atrás el pasado, pero sólo después de lo que probablemente sean meses de disputas sobre cómo poner en práctica el fallo.
 
El status quo en el Pacífico claramente favorecía a Chile. Aunque la costa gira al noroeste en la frontera con Perú, formando un codo, el anterior límite marítimo corría rumbo al oeste. Pero reclamaba que el tratado de 1952  –  del cual se derivaba este límite – era meramente un acuerdo pesquero. 
 
En 2008, pidió a la Corte de Justicia dictaminar sobre una reclamación triple: que el límite debería correr hacia el sudoeste, equidistante entre la costa de cada país, que debería iniciar en Punta Concordia, donde la frontera terrestre se une con el mar – en vez de en el primer marcador limítrofe, conocido como Hito 1, localizado 199 metros tierra adentro y ligeramente más al norte – y que debiera concederse a Perú un “triángulo externo” de aguas internacionales al sur del paralelo y a más de 222 kilómetros de la costa chilena.
 
El tribunal decidió, por 10 votos contra seis, que en la práctica Perú había aceptado que el paralelo, que corría rumbo al oeste desde el Hito 1, no desde Punta Concordia, formaba el límite marítimo por las primeras 80 millas náuticas desde la costa. 
 
Más allá de ese punto, sin embargo, estipuló un nuevo límite equidistante que corre hacia el sudoeste, como quería Perú. Los dos países deben ponerse de acuerdo sobre las coordenadas exactas.
 
El resultado extenderá las aguas peruanas, pero solo en altamar. La mayor parte de los peces en las aguas disputadas – principalmente sardina del Pacífico y macarela, con valor de más de 100 millones de dólares al año – permanecerán en aguas chilenas. 
 
Eso fue recibido con alivio en Chile, cuyo gobierno temía tener que compensar a los pescadores de Arica e Iquique por las capturas perdidas. Más hacia el mar, Perú obtendrá acceso a algo de pez espada, atún y calamar gigante extra.
 
Los peruanos habían llegado a creer que ganarían mucho más. Algunos se sintieron desilusionados de lo que en gran medida es una victoria simbólica. Sin embargo, el Presidente Ollanta Humala habló por muchos cuando dijo que el fallo daba a Perú “bases para la satisfacción”.
 
La reacción de Chile fue más negativa. Michelle Bachelet, que asumirá la presidencia en marzo, describió el fallo como una “pérdida dolorosa”, aunque un colaborador insistió en que Chile no había perdido nada de sus aguas territoriales, que se extienden por 12 millas náuticas desde la costa. 
 
Políticos chilenos sugirieron que, como condición para poner en práctica el acuerdo, Perú debería firmar la Convención Internacional sobre el Derecho al Mar y aceptar la línea a través del Hito 1 como su frontera terrestre también, perdiendo 347 metros de playa. Perú quiere una implementación rápida.
 
Muchos políticos y líderes de negocios en ambos lados de la frontera ven el fallo como la oportunidad de dejar atrás el pasado e intensificar lazos rápidamente crecientes. 
 
El comercio bilateral ha crecido a más de 3,000 millones de dólares al año. Las empresas chilenas, principalmente minoristas y LAN, la aerolínea nacional, han invertido más de 13,000 millones de dólares en Perú. 
 
La inversión peruana en Chile es de alrededor de mil millones de dólares, y más de 200 restaurantes peruanos han abierto ahí, algunos de ellos propiedad de los 158,000 peruanos que viven en Chile. 
 
Hay espacio para más flujos de capital: Perú tiene el gas natural que Chile necesita, y ambos países son miembros de la Alianza del Pacífico, un bloque de libre comercio formado en 2012.
 
Otros están observando de cerca. Inspirado por la reclamación de Perú, Bolivia presentó una demanda en la Corte de Justicia en 2013 de que Chile negocie sobre su reclamación de acceso soberano al mar, también perdido en la Guerra del Pacífico. 
 
Es improbable que esa reclamación prospere. Si Perú y Chile cooperan poniendo en práctica el fallo, sin embargo, Colombia pudiera estar bajo presión para suavizar su negativa a aplicar un fallo de la CIJ de 2013 que concedió una franja de aguas caribeñas a Nicaragua.
 
La manera en que un límite es trazado de nuevo pudiera terminar afectando a otros mapas también. 
 

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