Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

25 Sep, 2014

Otra vez los mismos errores; ¿por qué no aprendemos?

Hay una canción de José Alfredo Jiménez la cual, si leyéremos con cuidado su letra y la escucháremos en completa sobriedad, nos daríamos cuenta que refleja bien lo que hoy vemos en materia de finanzas públicas. Su título, además, es sugerente —El último trago—; la letra, ni se diga.

Esto es lo que cantaba el gran filósofo: “Nada me han enseñado los años; siempre caigo en los mismos errores; otra vez a brindar con extraños, y a llorar por los mismos dolores”.

Hoy, esos dolores no son otros que los causados por un manejo irresponsable y perverso del nivel de deuda del sector público el cual, debe decirse, es de dar vergüenza; además, su utilización para sufragar —con todos los riesgos que implica una política pública de esa índole— los mal llamados programas sociales los cuales, si nos atuviéremos a la evaluación que usted guste de los mismos, la conclusión no podría ser otra que ésta: prácticamente de nada habrían servido. 

Los acontecimientos recientes —registrados en algunos países europeos— que aún los tiene postrados se debieron, en una muy buena parte, a la práctica irresponsable de sufragar con deuda pública beneficios sociales que en no pocas ocasiones y casos, rayó en la insania.

Aquí y ahora, lejos de haber aprendido la lección de algo similar cometido allá por los años de Echeverría y López Portillo, parecemos más que dispuestos a cometer los mismos errores; de ahí la cita de El último trago

“Nada me han enseñado los años; siempre caigo en los mismos errores; otra vez a brindar con extraños, y a llorar por los mismos dolores.”

¿Por qué no aprendemos de nuestros errores? ¿Por qué despreciamos la experiencia acumulada en decenas de países en materia de elevar el gasto con base en la contratación de más deuda pública, para luego dilapidarla en programas sociales los cuales, al final del día no son otra cosa que intentos burdos de construirse una popularidad, siempre falsa y efímera?

¿Ve por qué he debido citar a José Alfredo? Por la sencilla razón de que “nada (nos) han enseñado los años; siempre (caemos) en los mismos errores; otra vez a brindar con extraños, y a llorar por los mismos dolores”.

¿Acaso piensan los artífices de esta política pública perversa —elevar el monto del endeudamiento para sufragar programas sociales—, cuya eficacia para sacar a mexicanos de la pobreza ha sido prácticamente nula, que ellos si van a tener éxito? ¿Tan ingenuos son, que piensan que van a derrotar a la realidad?

En el periodo que va de diciembre de 2012 a julio de este año, escasos 19 meses, este gobierno ha tenido a bien llevar el monto de la deuda neta del sector público federal a 6.3 billones de pesos; este monto, ahí está el riesgo, es mayor en 19% al de diciembre de 2012, cuando alcanzó 5.3 billones. ¿A cuánto la piensan llevar, de aquí a noviembre de 2018?

En política no hay suicidas, luego entonces, nuestros actuales funcionarios no buscan, con ese crecimiento acelerado del monto de la deuda neta del sector público federal, hundir al país, ¿qué buscan entonces? ¿No perder las elecciones de 2015? 

No olvidemos que en esto de elevar el gasto público con base en contratar más deuda, el presidente López Portillo tampoco pensaba hundir al país, y ya ve usted lo que nos pasó.

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