Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

10 Jun, 2015

Empoderar

¿La tecnología nos ha vuelto más democráticos? Sí y no, a juzgar por la reciente jornada electoral en México.

Los más optimistas argumentarán que el activismo en redes sociales fue esencial para el triunfo de candidatos independientes, con mucho menos recursos para su promoción que aquellos postulados por partidos. Los pesimistas, en cambio, lamentarán que Twitter haya sido utilizado por celebridades para filtrar propaganda electoral prohibida en los medios tradicionales. Entre ambos extremos, lo relevante es el peso que las comunidades cibernéticas van ganando en los comicios. Por ello mismo, no faltará quien pretenda volverlas objeto de regulación, me temo que sin una reflexión profunda acerca de su pertinencia.

En un contexto global, una respuesta no tan esperanzadora a la pregunta inicial es la que formula el profesor Thomas Carothens, director del programa Democracia y Estado de Derecho de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, con sede en Washington DC, en un artículo publicado en el portal de la revista Foreign Policy, el pasado 3 de junio.

El analista subraya la paradoja de que en los primeros 15 años de este siglo los individuos se hayan empoderado gracias al avance de la cibernética y las comunicaciones, lo que no necesariamente se ha reflejado en un número mayor de democracias en el mundo. Advierte que en los países cuya democratización es reciente –incluso en aquellos con procesos ya consolidados– se experimentan debilidades institucionales y, sobre todo, una creciente desconfianza de los ciudadanos hacia los partidos y las prácticas políticas.

(En este punto incluye una liga a un ensayo de la página Democratic Audit UK de la London School of Economics and Political Science, que detalla la desilusión de los ciudadanos con la forma egoísta y cínica de cómo un grupo de actores profesionales monopolizan las tomas de decisiones públicas. Un diagnóstico que en México aplicaría al hartazgo de miles de cibernautas que anunciaron anticipadamente las razones para anular su voto).

No conforme con su propia evaluación, Carothens consultó sobre esta paradoja a varios colegas suyos, cuya opinión sintetiza y que en su mayoría coinciden en que los sectores autoritarios también han aprendido en estos años a utilizar la computación como instrumento de control, censura y vigilancia de adversarios políticos.

Lo curioso es que algunos ejemplos bien pueden aplicar a la coyuntura mexicana actual. Larry Diamond, investigador del Instituto Hoover y de la Universidad de Stanford, deplora que las redes se hayan vuelto vehículo para la difusión de rumores y expresiones de racismo e intolerancia, una polarización peligrosa en sociedades en las que no se ha logrado aún un consenso sólido sobre el juego democrático.

Diane de Gramont, de la Fundación Carnegie, expone a su vez que las nuevas tecnologías facilitan las conexiones entre los políticos y el resto de los ciudadanos, y no extraña que surjan candidaturas independientes en contextos en los que los partidos no suelen contar con el respeto y la simpatía de la gente. Reconoce que esta figura añade sangre nueva a la política, pero advierte sus dificultades intrínsecas para formar coaliciones estables o establecer controles efectivos a los gobiernos.

Las experiencias internéticas más enriquecedoras, sin embargo, corren a cargo de Martin Tisné, y lo son porque no están vinculadas necesariamente al activismo político. El integrante de la red filantrópica Omidyar (iniciada por el fundador de eBay, Pierre Omidyar) describe iniciativas ciudadanas como la británica FixMyStreet, un sitio para reportar fallas urbanas como baches, muros grafiteados o alumbrado público deficiente; la nigeriana BudgIT, una herramienta web para explicar de la forma más sencilla posible a los ciudadanos cómo se invierte el presupuesto público, y la mexicana Mejora Tu Escuela, impulsada por integrantes del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) con el apoyo de la propia Omidyar, que busca un mayor involucramiento de los padres de familia en la educación de sus hijos.

Se trata, dice Tisné, de una forma de empoderamiento más lenta, pero de calado más profundo a largo plazo. Conviene hacer votos porque así sea.

                                *marco.gonsen@gimm.com.mx

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