Ocho cosas que criticaría Keynes sobre el manejo de la crisis griega

Una salida de Grecia desprotegería, en términos de seguridad el flanco sudeste de Europa en un momento fuerte de inestabilidad en el Oriente Medio, pero los socios europeos quieren imprimir un castigo excesivo para ese país.
Economía -
Alemania es el que pretende infligir un castigo demasiado duro a Grecia. Foto: Pixabay
Alemania es el que pretende infligir un castigo demasiado duro a Grecia. Foto: Pixabay

CIUDAD DE MÉXICO.- Las consecuencias económicas de la paz es una de las obras maestras del ínclito economista inglés John Maynard Keynes, un libro que tuvo un enorme éxito, logró su propósito de influir sobre la opinión pública y confirió celebridad mundial a su autor.

Lo escribió en el verano de 1919, luego de presentar su dimisión como alto representante británico en la Conferencia de Paz de París tras la Primera Guerra Mundial. El economista austriaco Joseph Schumpeter alabó el escrito como una obra maestra llena de “conocimientos prácticos y profundidad”, y reconoció en él “ante todo, una muestra de valor moral”.

Keynes, de manera apasionada y mordaz, denunciaba las condiciones de paz impuestas a Alemania por parte de los países aliados en el Tratado de Versalles, las cuales consideraba afrentosas, injustas, ineficaces y de catastróficas consecuencias sobre el sistema económico, social y político de Europa.

Entendía que las condiciones respondían al deseo de venganza con el objeto de conducir a Alemania a la ruina económica, con las perniciosas consecuencias que tendría sobre el resto de Europa.

A contracorriente de la visión dominante, Keynes, tal y como aconseja la sabiduría antigua, sugería obrar con más prudencia y magnanimidad: su propuesta era someter a Alemania a menores represalias, moderar el monto de indemnizaciones por concepto de reparaciones de guerra y reducir el saldo de su deuda.

El libro, escrito bajo esa indignación moral, termina con una frase que pretende arrojar algo de luz sobre las ideas y la conducción de las políticas económicas venideras:

Dedico este libro a la formación de la opinión general de las generaciones futuras”. Sin embargo, Europa no parece haber aprendido mucho de aquella lección de Keynes.

Hoy se celebra una cumbre más del eurogrupo, reunión que congrega a los ministros de finanzas de la zona euro, pero ahora es Alemania el que pretende infligir un castigo demasiado duro a Grecia.

Replanteando las bases

¿Qué podría aportar hoy el pensamiento de Keynes a las negociaciones con el primer ministro griego, Alexis Tsipras?

1. Quizás Keynes criticara que Europa está actuando con la misma miopía con la que lo hicieron los países aliados en 1919.

En esencia, los líderes europeos no están atendiendo los problemas económicos fundamentales de Grecia, que son dos: primero, una economía hambrienta, que se está desintegrando; y segundo, una carga de deuda colosal, insostenible, que ha seguido creciendo y que, tarde o temprano, no va poder honrar.

2. Europa, de hecho, parece haberse desentendido del problema económico fundamental de Grecia, tal y como en aquel entonces Clemenceau, Lloyd George y Wilson en la Conferencia de París.

Por el contrario, se ha ofuscado en un debate de índole político, plagado de conflictos e intereses nacionales.

Así, la filosofía que domina es que Grecia expíe sus pecados al costo que sea en un extraño deseo de venganza.

Eso permitiría a cada gobierno exhibir frente a su electorado la inflexibilidad frente a todo aquel que rompa la reglas y justificaría así sus propias políticas internas de sacrificios.

Lo justo es que si yo asumí políticas de austeridad y costosas reformas, también los irresponsables griegos lo hagan, más ahora que han tomado el poder los peligrosos radicales de izquierda, aunque ello suponga aplastar su actividad económica.

Instrumentos fallidos

3. Pero Keynes podría tildar esa actitud como una “política de negación”. En verdad, Grecia ya ha asumido muchos sacrificios y ha acometido muchas reformas, sin duda más que ningún otro país en esta crisis.

Sin embargo, esas políticas no han servido para generar crecimiento económico. La reducción del gasto público, el recorte de los salarios y la caída de los precios no han sido eficaces para detonar una expansión en la actividad económica, sino todo lo contrario.

Desempeño

Respecto al desempeño económico, su Producto Interno Bruto (PIB) se ha contraído 25 por ciento, el desempleo juvenil es de 60 por ciento de la fuerza laboral, y un tercio de las familias se encuentran en el umbral de pobreza. De hecho, la economía, tras una larga y profunda depresión, apenas logró encadenar tres trimestres de crecimiento el año pasado para volver a entrar en recesión al inicio de 2015.

4. La misma “política de negación” es asumir que gracias a las medidas de austeridad Grecia logrará reconducir sus niveles de deuda a una senda sostenible.

La evidencia se ha encargado de demostrar una y mil veces que cualquier esfuerzo por reducir sus niveles de deuda, de manera rápida, mediante agresivas políticas de ahorro fiscal son ineficaces.

La deuda se paga con crecimiento y, como ya sostuviera Keynes con acierto, la austeridad es una política anticrecimiento que anula la capacidad de pago y exacerba los niveles de deuda respecto al PIB.

Renegociación oportuna

5. Pero además, y como recomendara Alemania en 1919, quizás sea el momento de reconocer que los actuales niveles de deuda de Grecia son insostenibles, por lo que sería aconsejable acometer de una vez una reestructuración de esos pasivos.

El tema, a estas alturas, no es si lo merece o no, sino que lo necesita, y tarde o temprano tendrá que llevarse a cabo.

Ésa es la principal demanda del ministro de finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis, pero también la principal resistencia de su homólogo alemán, Wolfgang Schaeuble.

6. Pero más allá de cómo Keynes afrontaría los problemas económicos de Grecia, escrutaría las potenciales consecuencias económicas para el resto de Europa.

Incluso, tampoco estaría de acuerdo con las declaraciones de Alemania de que, ahora sí, Europa está en condiciones de gobernar un impago de Grecia y una posible salida del euro.

La experiencia de Lehman Brothers demuestra que es muy difícil desentrañar todos los mecanismos de contagio dentro en un sistema financiero muy integrado, globalizado y poco transparente, lo que podría detonar otra oleada de tensión en los mercados monetarios, debido a la desconfianza que generaría entre las propias instituciones financieras.

Principio del fin

7. A su vez, también dudamos que Keynes menospreciara las implicaciones de una salida de Grecia del euro. Un suceso así, más que restaurar la confianza en la zona euro, ya cuarteada y quebrada por la crisis económica, la dañaría gravemente. Los ciclos son inherentes al propio devenir económico y en la siguiente recesión, llegue cuando llegue, se buscará a la nueva víctima, sabiéndose que el euro ya no es un compromiso vinculante.

Así, considerar la salida de Grecia marcaría el principio del fin de la eurozona.

8. Finalmente, y eso sí lo tiene contemplado la canciller alemana Angela Merkel, una salida de Grecia desprotegería, en términos de seguridad el flanco sudeste de Europa en un momento fuerte de inestabilidad en el Oriente Medio y con Grecia coqueteando con la Rusia de Putin.

El proyecto europeo sólo tiene sentido si está destinado a generar prosperidad. Pero los socios europeos quieren imprimir sobre Grecia, una economía que representa apenas dos por ciento del PIB europeo, un castigo excesivo.

Solucionar el problema de Grecia es relativamente fácil, y no hacerlo implicaría un gran costo no sólo para el país heleno, sino también para el resto de Europa.

El discurso keynesiano dictaría que lo lógico que pudieran hacer los países de la zona sería solidarizarse con Grecia, y podría sentenciar que “lo que parece razonable es razonable y lo que parece necedad es necedad”.

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