Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

24 Jun, 2015

Palos

Andrés Bustamante volvió famoso en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 al Dr. Chun-Ga, científico coreano inventor de artilugios para “auxiliar” a los atletas. Entre sus primeras creaciones están unos pantaloncillos cortos dotados de un globo con un mecanismo automático para inflarlo y de esa forma evitar que nadadores y clavadistas se ahogaran.

Así, el comediante mexicano se volvió involuntario precursor del chindogu, una corriente japonesa que toma con humor la innovación tecnológica. El término, que en lengua nipona significaría algo así como “herramienta extravagante”,  es obra del editor y fotógrafo Kenji Kawakami, creador, entre muchas maravillas, de una linterna que funciona con energía solar... siempre y cuando se use de día, claro.

El mérito del Güiri Güiri es haber lanzado su personaje una década antes de que fuera publicado 101 Inventos Imbéciles, Inútiles y Japoneses (Ediciones Glénat, Barcelona, 1998), traducción al español de 101 Unuseless Japanese Inventions: the Art of Chindogu (W. W. Norton, 1995), libro de Kawakami en el que hace alarde de su ingenio al proponer un dispensador de papel higiénico que se coloca en la cabeza de los enfermos de gripe, un aplicador de mantequilla con forma de lápiz adhesivo, unos lentes con embudos para ayudar a poner gotas para los ojos y un palo que, unido a una pantufla, sirve para aplastar desde lejos a algún insecto rastrero que se cuele a la recámara.

En medio de todas esas bobadas está otro palo que se volvió popular 20 años después de la publicación en inglés de aquel volumen pionero: uno en el que se coloca una cámara en uno de sus extremos para que cualquier persona pueda tomarse a sí misma una fotografía. El libro de Kawakami muestra imágenes de una pareja que sostiene una caña y mediante un cable logra hacer funcionar el botón disparador (titulada Self-Portrait Camera Stick, la explicación inicia con la frase “hágalo usted mismo sin palabrería”).

El chindogu cuenta con un decálogo que establece las reglas para que un invento sea llamado así, entre ellas que sea completamente inútil y no pueda comercializarse. Quizá la fidelidad a estos mandamientos provocó que ni Kawakami ni sus seguidores hayan hecho mucho por atribuirse la paternidad del selfie stick, un monopié para teléfonos inteligentes que funciona con bluetooth y que, gracias a su popularidad, la revista Time lo incluyó entre los 25 mejores dispositivos de 2014.

De hecho, es otro japonés, Hiroshi Ueda, quien asegura haber inventado el selfie stick mientras trabajaba para Minolta, firma que lo comercializó sin éxito en la cámara Disc-7 de 1983, la cual tenía además un espejo para visualizar cómo sería la foto; la idea se le ocurrió –dijo en abril pasado a la BBC– después de que en París le pidió a un niño que le tomara una foto y éste le robó la cámara.

Una historia similar es la del canadiense Wayne Fromm, quien patentó en 2005 un mástil similar llamado Quik Pod, el cual se publicitó en el canal de infomerciales QVC con el lema “para resolver el problema de tener que pedirle a alguien que te tome una foto cuando viajes al extranjero”.

Sin embargo, otra nota de la BBC revela que la tendencia habría nacido hace 90 años en Inglaterra. Una gráfica fechada en 1925 muestra a los esposos Arnold y Helen Hogg retratándose con ayuda de un bastón (que también sale en la imagen) en la ciudad de Rugby. En la foto, proporcionada por un nieto de la pareja, no se aprecia con claridad cuál fue el mecanismo para activar el disparador.

Con la excepción de los hoteles Barceló en Andalucía, que los alquilan a sus huéspedes, los selfie stick han sido noticia recurrente por ser un objeto prohibido. El Coliseo de Roma, la Galería Nacional de Londres, el Met, el MoMa de Nueva York y varios recintos culturales más han proscrito su uso para evitar daños a su patrimonio histórico y artístico. Tampoco se les quiere en festivales de rock y espectáculos deportivos, en los que se teme que sean utilizados para facilitar transmisiones en streaming sin pagar derechos. Ni los superhéroes pueden salvarlo: la Comic-Con, que se celebrará en julio próximo en San Diego, California, considera que los palos para selfies son un peligro en las aglomeraciones y amenazó con confiscarlos.

Urge que el Dr. Chun-Ga sugiera una alternativa. Una mejor que estirar el brazo, por supuesto.

 

*marco.gonsen@gimm.com.mx

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