Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

26 Ago, 2015

Cibercitas

 

“Duermo bien de noche”.  Con esa frase comienza la entrevista que Noel Biderman, director del portal canadiense de encuentros extramatrimoniales Ashley Madison, concedió al diario The Globe and Mail, publicada el 5 de noviembre de 2009, seis años antes de que un grupo de hackers, literalmente, le quitara el sueño.

La conversación está incluida en la web oficial del empresario, en la que él mismo se define como exitoso emprendedor, experto en infidelidad y autor de un libro en el que afirma que poner el cuerno puede salvar el matrimonio moderno. Currículum que lo acredita como “el hombre más odiado de internet”.

Debe serlo más ahora que los datos personales de 37 millones de personas –que incluyen direcciones electrónicas y físicas, transacciones con tarjeta de crédito y preferencias sexuales– quedaron vulnerados por el ataque cibernético perpetrado el pasado 15 de julio y reivindicado por un grupo llamado The Impact Team, según reveló cuatro días después el sitio especializado krebsonsecurity.com.

Con experiencia previa como abogado en materia deportiva y promotor de negocios en bienes raíces, Biderman comanda desde 2007 la firma Avid Media Life, que en agosto de ese año compró Ashley Madison a su fundador, Darren Morgenstern, quien vio cómo hacer del adulterio un modelo de negocios aun cuando en 2005 confesó a la cadena CBS ser un hombre felizmente casado (cualidad que, por contradictorio que parezca, también presume Biderman).

Avid Media Life se ufana de ser líder innovador en los servicios de citas por internet, y para documentarlo cuenta con otras dos marcas: CougarLife, que ofrece a mujeres un sitio donde pueden revelar su edad, situación sentimiental e interés por “jóvenes sementales”, y EstablishedMen.com, un servicio “premier” que promete conectar a mujeres jóvenes y bellas con hombres ricos y exitosos.

La revelación de millones de intimidades por parte de The Impact Team ha provocado que el escándalo haya escalado en las semanas recientes, al grado de que se le vincule con suicidios y extorsiones. Una parte central de la discusión gira en torno a la incapacidad de las empresas para garantizar la privacidad de los internautas. Pero otra arista interesante está en el debate puritanista, sobre el cual se centra un sugerente análisis elaborado por Glenn Greenwald en su canal The Intercept.

El experiodista de The Guardian –famoso por dar a conocer el espionaje gubernamental descubierto por Edward Snowden– criticó el moralismo sexual que impulsó a los hackers y que convirtió a los clientes de Ashley Madison en protagonistas contemporáneos de la novela La letra escarlata, de Nathaniel Hawthorne, marcados virtualmente con la misma “A” de “adúlteros”.

Y es que se han publicado varias herramientas electrónicas que permiten comprobar si un correo electrónico está en la base datos hurtada a Ashley Madison, lo cual no necesariamente significa que su propietario sea un infiel. Como apunta Greenwald, cualquier persona podía inscribirse dando la dirección de e-mail de otra persona, pues no se solicitaba ratificar la inscripción por esa vía. Por otra parte, varios de los abonados ingresaron ahí por simple curiosidad o interés periodístico, o bien son personas que están en relaciones abiertas donde la monogamia no es un requisito. Y, aun cuando se trate de auténtica infidelidad, añade, finalmente se trata de un acto privado que no justifica someter a ningún individuo al escarnio público.

Pero quizá la mejor aportación a la polémica sea un texto no relacionado directamente con ésta, escrito por la también felizmente casada abogada Meera Agarwalla en el portal The Bold Italic, y titulado “Cómo la tecnología está arruinando las citas”.  Orgullosa de haber conocido a su marido a la antigüita, cuestiona que las aplicaciones de citas generen en sus usuarios una expectativa de satisfacción inmediata, lo que hace que muy pocas personas estén dispuestas a invertir el tiempo necesario para cultivar una relación real. Lamenta así que los algoritmos y el estilo Uber sustituyan la interacción cara a cara.

Aquellos que buscan el amor, afirma Agarwalla, están inundados hoy de demasiadas conexiones, aplicaciones y deslizamientos del dedo sobre una pantalla. Una aventura, así, no es más bonita.

*marco.gonsen@gimm.com.mx

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