Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

20 Ene, 2017

Autopsia del éxito

Reza un famoso dicho de negocios: “You can not argue with success” (No puedes debatir con el éxito). Infiriendo que cuando una persona tiene éxito en lo que hace no puedes discutir o rebatirle si los métodos que utiliza o utilizó para alcanzarlos son correctos. Eres exitoso ergo los pasos que tomaste fueron exitosos. El fin justifica los medios en su versión emprendedor. Muchas personas juran que esto es cierto. Ante un éxito no hay que cuestionarse, sólo vanagloriarse. No importa cómo pasó, lo importante es que pasó…

En estos días he escuchado mucho esta frase y más que darme aliento o guía es una frase que me choca y me pone nerviosa y que, considero, es completamente errónea, ya que reduce el éxito en los negocios a un yo-no-sé-qué-y-no-me-importa. En el proceso de profesionalizar el éxito en los negocios y encontrar una manera de repetir los éxitos, creo que es FUNDAMENTAL cuestionar tanto los éxitos como los fracasos. Si no, caemos en el error de pensar que los éxitos en el mundo profesional son cuestión de casualidad o de suerte, que aun cuando a veces pueden jugar un papel no son ni deben ser el motor de lo que hacemos. El éxito en los negocios se consigue trabajando, no rezando.

Ojo: esto no es ser una aguafiestas del éxito. De ninguna manera pretendo decir que cualquier éxito que no proviene de un proceso férreo y ordenado no es válido. Lo que quiero decir es que así como analizamos y le damos vuelta a los porqués de nuestros fracasos es importante hacerlo también con los aciertos.

Los éxitos sorpresivos e incuestionados son un poco como el “capital golondrino” de los negocios (sí, ese capital que quebró a México a principio de los 90), pues así como llegan fácil, se van. Dejándonos con cara de :S ante su partida. Un segundo estamos en la gloria y al siguiente estamos despojados y vestidos sólo con hojas de olivo preguntándonos qué pasó.

Así es que después de las palmadas de éxito y llamadas de felicitación y sentimiento de “me cae, qué fregón soy”, es importantísimo tomarse un espacio y preguntarnos lo siguiente:

-Objetivamente cuáles fueron los factores que nos llevaron a tener éxito. ¿Fue el trabajo? ¿Fue sólo la cima de un proceso? ¿Fue una casualidad? ¿Fue el trabajo de un equipo o el trabajo individual? El poder trazar los factores que nos llevaron al éxito hace mayor la posibilidad de repetirlo en el futuro.

-Hubiera hecho algo diferente. Sí, aun cuando el fin haya sido exitoso, quizá hay elementos del proceso que nos hubiera gustado cambiar o hacer de manera diferente: ¿Cuáles son éstos?

-¿Éste es un éxito sostenible en el largo plazo? Si a este logro le faltan bases sólidas (aun cuando nadie se haya dado cuenta de que faltan) es importante ponerlas antes de que se derrumbe.

-Puedo hacerlo incluso mejor. La kriptonita del éxito es dormirnos en nuestros laureles. Todo es perfeccionable y mejorable. Incluso si ya firmaste el contrato o conseguiste al cliente o entregaste el producto. Siempre hay algo que puedes hacer un poco mejor.

-A quién le tengo que agradecer… Siempre existen personas que ayudaron en el proceso y es importantísimo tener la humildad para darles las gracias y reconocer su contribución. Ya sean personas dentro de la empresa o equipo de trabajo o personas externas.

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