Un referéndum ilegal en el que nadie cree; independencia catalana

Quizás, tras el Barca, el que ha puesto a Cataluña en el globo terráqueo es Joan Manuel Serrat. Él, propagandista de la catalanidad, no ha tenido empacho en cantar a Antonio Machado, un andaluz, en castellano.
Economía -
Foto: AP
Un referéndum ilegal en el que nadie cree; independencia catalana

 

CIUDAD DE MÉXICO.- Ahora los independentistas catalanes lo atacan porque afirmó que el referéndum no representaba a nadie. Él, que ama los mundos sutiles, no ve ninguna sutileza en este referéndum catalán. Tampoco parecen creer en ese referéndum ni los líderes internacionales, quienes han realizado escasos pronunciamientos sobre el tema, ni los mercados, que no se han inmutado demasiado. Aquí van algunas razones.

¿Por qué realizar un referéndum? Simplemente porque los independentistas salieron derrotados de las elecciones al Parlament de Cataluña en las elecciones de septiembre de 2015. Esas elecciones las plantearon los independentistas, de manera ilegal, como un plebiscito: independencia de Cataluña, sí o no. Para reclamar la independencia, según ellos, necesitaban 50% de los votos más uno, es decir, una mayoría simple (en la práctica, para una decisión tan trascendental y evitar la fractura de la sociedad se necesitaría de una mayoría cualificada). La realidad fue que las dos formaciones independentistas, Junts Pel Sí, una coalición de partidos de ideología muy dispar, y la Candidatura de Unidad Popular (CUP), un partido que no sólo es independentista sino que es “antisistema” y rechaza la pertenencia a Europa, obtuvieron 47.7% de los votos. El plebiscito, así planteado a su propio capricho, estaba perdido.

Si perdieron, ¿de dónde sacaron la supuesta legitimidad para organizar el referéndum? La cosa es que perdieron en votos, pero no escaños. En España no todos los votos valen lo mismo. Con el fin de que todos los distritos electorales se vean representados, hace que los menos poblados estén sobrerrepresentados. El independentismo ganó, sobre todo, en regiones rurales o ciudades de pequeño tamaño, aunque perdió en Barcelona. Pero con menos votos, logró los escaños suficientes para obtener la mayoría en el Parlament. De los 135 escaños, obtuvieron 72, encima de los 68 necesarios para lograr la mayoría: los 62 de Junts Pel Sí y los 10 de la CUP.

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¿Es esa mayoría suficiente
para organizar un referéndum por su cuenta?

Claro que no. Pese a su mayoría, su tramitación en el Parlament fue ilegal, así como su convocatoria unilateral por el gobierno catalán. La Constitución española establece que la competencia exclusiva para llamar a referéndums en asuntos de “especial trascendencia” recae en las Cortes Generales y el gobierno. Para salvar ese escollo, el Parlament aprobó una ley que se ponía por encima de cualquier otra legislación y cuyo objetivo era convocar el referéndum de manera unilateral, establecer sus reglas y darle un carácter vinculante. Además, aprobar una ley de ese calado precisaría una mayoría de dos tercios, que es lo que se exige para cualquier cambio en el Estatuto de Cataluña (la norma que rige su autogobierno) por lo que los 72 votos de los independentistas habrían resultado insuficientes.

Como esa ley es anticonstitucional, el Parlament la aprobó por la “vía rápida” antes de que fuera suspendida por el Tribunal Constitucional, con una asamblea semivacía, sin debate parlamentario y sin posibilidad de presentar enmiendas a la ley. Dos horas después de aprobarse la ley, el Ejecutivo catalán firmaba el decreto de convocatoria del referéndum.

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¿Representa ese referéndum
a todos? ¿Ofrece garantías?

Serrat lleva razón: desde luego que no. Su tramitación ilegal en el Parlament, a espalda de toda la oposición, la invalida. Además, y para no volver a fracasar como en las elecciones autonómicas de hace dos años, el referéndum está hecho a la medida de los independentistas. Pese a tratarse de una votación sobre un asunto trascendental, no se precisa de una participación mínima en el referéndum y bastará, para consumarse la independencia, con una mayoría simple, esto es, que el sí gane un voto más que el no. En los referéndums de Croacia y Eslovenia la participación mínima fue de dos tercios y se fijó una mayoría de 60% para que se pudiera consumar la independencia.

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¿Qué pasará este domingo?

Los catalanes independentistas se movilizarán y votarán, bajo las condiciones que sean. Y al final de la jornada clamarán su victoria que, ante la ausencia de votantes contrarios a la independencia al estimar que se trata de un referéndum ilegal, probablemente sea aplastante. Por tanto, la farsa del Parlament se trasladará a las calles. Desde el gobierno central, por otro lado, insistirán en que el referéndum no fue válido, y buscarán respaldo internacional que invalide la victoria independentista por tratarse de un referéndum amañado y antidemocrático.

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¿Ha pasado lo peor?

Quizás no. Los independentistas estirarán más la goma y, con el “Sí” en la mano, intentarán proceder a declarar la independencia. Se prevé que el 4 de octubre, el Parlament, con un pleno ordinario, proclame la independencia, también con una mayoría simple, la que los independentistas disponen en el hemiciclo, y no con los dos tercios que la ley exige para cambios en el Estatuto. Por tanto, y una vez más, la declaración de independencia podría ser unilateral. Ahora bien, miembros destacados de Junts Pel Sí dudan que finalmente tenga lugar.

¿Qué sucederá después, si
se llegara hasta ese punto?

No lo sabemos. Probablemente nada. Una declaración unilateral de independencia, bajo los términos descritos arriba, posiblemente sea rechazada por la comunidad internacional. Una cosa es que uno se declare independiente, y otra que el resto del mundo así lo reconozca y te consideren un nuevo Estado. El primer reconocimiento tendría que venir de la ONU. Y para que te admita la ONU, debe recomendarlo primero el Consejo de Seguridad, que posee cinco miembros permanentes con derecho de veto, entre ellos Francia y Estados Unidos. ¿Lo aceptaría Francia, con un Macron que quiere fortalecer la Unión Europea y que tiene su propia batalla interna con el nacionalismo bretón y corso? ¿O Estados Unidos, ahora que Trump ha dicho que los esfuerzos secesionistas catalanes son una “tontería”? En caso de ser recomendado, debería aprobarlo la Asamblea General con dos tercios.

Y si la ONU no lo acredita como un nuevo Estado, ¿cómo va a poder presentar su candidatura a la Unión Europea para volver a adherirse? Porque lo que sí está claro es que si un territorio deja de ser parte de un Estado miembro al convertirse en Estado independiente, los Tratados europeos dejan de aplicarse en esa parte del territorio, quien deberá pedir su nuevo ingreso si desea pertenecer a la Unión Europea y además ser aceptada por todos los Estados miembros, incluyendo España.Y si no se pertenece a la Unión Europea, tampoco se pertenece a la zona euro. Por tanto, no es que Cataluña sería expulsado de Europa, sino que se autoexcluiría ella solita.

Pero para eso tendría que darse un referéndum con todas las de la ley, respetando el orden constitucional, y no éste que plantea este independentismo chusma, que se ha leído como una huida hacia adelante para encubrir los escándalos de corrupción que han asolado a los distintos gobiernos nacionalistas que han gobernado Cataluña desde la llegada de la democracia.

 

*Director de llamadinero.com y profesor
de la Facultad de Economía de la UNAM

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