Rajoy yerra y convulsiona a los mercados

No ha podido el gobierno del presidente de España, Mariano Rajoy, hacer peor las cosas en Cataluña. Antes del referéndum, el porcentaje de catalanes que rechazaban la independencia rebasaba ampliamente a aquellos que la deseaban
Economía -
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Rajoy yerra y convulsiona a los mercados

 

CIUDAD DE MÉXICO.- Los datos del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat indicaban que, con la recuperación económica y el desencanto de ciertos sectores más conservadores sobre la forma ilegítima y la agresividad con la que el gobierno catalán ha conducido el proceso del referéndum, el respaldo a la independencia de Cataluña se había desvanecido. Así, en noviembre de 2016, los detractores y partidarios a la independencia estaba en un empate técnico (45.1 vs. 44.9 por ciento). Pero conforme se acercaba la fecha del referéndum, la brecha se amplió de manera sustancial: en junio de 2017, último dato disponible, 49.4% de los catalanes se mostraban contrarios a la independencia y sólo 41.1% era favorable.

Otros datos de la misma encuesta arrojan datos similares. Por ejemplo, a la hora de plantear qué forma de organización territorial desearían, sólo 34.7% habla de un estado independiente. El resto consideraban permanecer dentro de España, bien en su régimen actual de Comunidad Autónoma, o en otros modelos territoriales como una España federal (21.7%) o como región de España (5.3 por ciento). Pero además, el independentismo se ha quedado anclado en los pueblos. Entre 2016 y 2017, sólo ha ganado terreno en los municipios de menos de dos mil, y ha perdido en todos los demás, sobre todo conforme las poblaciones son más y más grandes. En Barcelona, la situación se dio la vuelta: en 2016, 42% estaba en contra de la independencia contra 47% a favor; en la última encuesta, 50% estaba en contra y sólo 42% a favor.

Por tanto, el independentismo catalán tenía todas las de perder. El referéndum era una pantomima ilegal de una cúpula desquiciada, que quería mantener su promesa de campaña, que andaba perdida y que buscaba su salvación en una épica patriótica que podría haberse convertido en su sepultura política. Ahora bien, según una encuesta de Metroscopia, 82% de los catalanes creen que la solución al problema catalán es a través de un referéndum pactado (no el tipo de referéndum del pasado domingo) y además, en éste querían votar sobre todo los independentistas.

Lo mejor que se podía hacer era dejar que toda la épica del teatro independentista siguiera su curso hasta que solito se convirtiera en una comedia. Una Declaración Unilateral de Independencia (DUI) tras un referéndum ilegal, sin cumplir las garantías mínimas, sin reconocimiento internacional, con más de la mitad de la población catalana en contra, y con las fuentes de financiamiento cortadas, no habría llegado muy lejos. Sería algo así como si un “presidente legítimo”, llevara razón o no, ocupara el Paseo de la Reforma declarando que él ganó cuando el resto del mundo lo ignora. Al final se convirtió en una parodia y el desencanto hizo el resto. Lo mismo habría sucedido con una DUI en Cataluña. Quizás ni siquiera hubiera llegado a  darse la proclamación, porque importantes líderes del Junt Pel Sí mostraban dudas sobre la conveniencia de dar ese paso.

La causa independentista, con unos líderes devaluados, habría perdido más fuerza. El escenario estaría listo para, en caso de ser necesario, realizar un referéndum pactado, respetando el orden constitucional, y dar una solución definitiva al problema catalán. El independentismo se habría suicidado solo, en medio de su esquizofrenia y radicalismo. Pero el catalanismo quería votar, salir a la calle, hacer su día de fiesta. No importaba: todo era ilegal e inválido. Su proceso independentista, tarde o temprano, se desmoronaría solito como un castillo de naipes. Lo mejor era dejar que hicieran su referéndum patito.

Sin embargo, Mariano Rajoy no dejó caer sólo el peso de la ley, sino que quiso meter también el peso de la fuerza del Estado. El referéndum, que prácticamente había pasado inadvertido en el mundo, de repente ocupó las portadas de los periódicos. Buena parte de los catalanes no independentistas que habían seguido el proceso con fastidio, se sintieron agraviados por la intolerancia del gobierno central. Y los mercados, que habían ignorado la farsa independentista, de repente se pusieron nerviosos.

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EL IMPACTO

El Ibex-35, en estos tres días, se ha despeñado un 4.34% y es la segunda peor bolsa del mundo, mientras en Europa, el CAC-40 de París ha avanzado 0.3%; el Dax de Fráncfort 0.8% y Wall Street se iba por nuevos récords. Las pérdidas del Ibex han estado lideradas por dos bancos catalanes: el Sabadell (-10.0%) y CaixaBank (-7.6%). Ambos son los más expuestos al riesgo de Cataluña al poseer 23% de su cartera de crédito y 22%, respectivamente, en la región. Además, al tener su sede en Cataluña, en caso de prosperar una DUI que autoexpulsara a Cataluña de la Unión Europea y del euro, saldrían del  Eurosistema y no podría recibir liquidez del BCE, por tanto se han planteado cambiar su sede social a otro lugar de España.

Ese escenario es improbable: en última instancia, el gobierno central aplicaría el artículo 155 de la Constitución, que da autoridad al gobierno español para intervenir parte o toda la autonomía de una región para obligarla a cumplir con sus obligaciones constitucionales. Pero en caso de suceder, lo más probable es que se aplicara un “corralito” sobre las cuentas bancarias de Sabadell, CaixaBank y los bancos que operen en la región, españoles o extranjeros, dado que habría una fuga de depósitos buscando los catalanes preservar sus ahorros en euros (Cataluña tendría que tener una moneda propia, la cual sufriría una fuerte devaluación). Eso explica que también hayan retrocedido Santander (-4.6%), Bankia (-4.4%) o BBVA (-3.6%). También se han visto afectadas otras empresas con sede en Cataluña como Gas Natural (-3.8%), Grifols (-3.5%) y Cellnex (-2.8%). Caso contrario fue la compañía Oryzon,  una empresa de biotecnología con sede en Cataluña: tras hundirse en bolsa el lunes cambió su sede a Madrid y la acción trepó ayer un 12.9 por ciento.

En el mercado de bonos, la tasa de 10 años de España se ha incrementado en estos tres días en 17 puntos base para situarse en 1.78%, un aumento muy superior al registrado en Italia (+8 puntos base) en tanto el riesgo de Cataluña, medido por el diferencial entre la tasa del bono de Cataluña con vencimiento en 2020 y la tasa del mismo plazo del bono español, se ha disparado en 27 puntos base.

Ahora, España camina sobre un incendio. Rajoy logró que Carlos Puigdemont, presidente de Cataluña, pasara de bufón antidemocrático a víctima del centralismo. El bochorno del Parlament catalán se ha visto sobrepasado por las imágenes de represión de la fuerza policial, se hayan luego magnificado o no. El sentimiento catalanista ha resurgido al igual que el antiespañol. Las dudas sobre si realmente proclamar una DUI se han disipado luego de que el independentismo tomara las calles el martes, y el lunes se espera que Puigdemont la declare. Ayer, el rechazo a la independencia superaba a los partidarios. Hoy, no lo sabemos. Quizás esta DUI no logre la independencia, pero la cúpula catalana se está ganando el respaldo del pueblo catalán para exigir, ahora sí, un referéndum pactado con más probabilidades de victoria. Eso lo sabe el gobierno central y por lo mismo no cederán a las presiones nacionalistas: por eso cada vez el escenario de que se aplique el artículo 155 de la Constitución, una solución represiva y subóptima que seguirá dejando enquistado el desafío soberanista.

*Director de llamadinero.com y profesor
de la Facultad de Economía de la UNAM

 

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