Alabama, fisco y cierre de gobierno; agenda legislativa de EU

Una semana más y el gobierno de Estados Unidos podría cerrar de nuevo sus puertas por falta de financiamiento. Si no lo hizo ya es porque logró pasar una propuesta que permitía extender sus operaciones al viernes 22 de diciembre.
Economía -
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Alabama, fisco y cierre de gobierno; agenda legislativa de EU

 

CIUDAD DE MÉXICO.- Pero ya hay poco espacio y la situación no se ve bien porque pese a todo el ruido del Congreso, la realidad es que la administración de Donald Trump aún no ha logrado aprobar ninguna legislación nueva en casi un año que lleva gobernando. Ni siquiera la reforma fiscal (al menos de momento). La Cámara de Representantes y el Senado aprobaron versiones diferentes de la reforma tributaria, y ahora se tienen que armonizar ambas propuestas. Pero no es fácil, por lo que los legisladores republicanos de ambas cámaras trabajan a destajo en una versión final para que se apruebe antes de final del año.

Para colmo, el bando republicano y Trump sufrieron el martes otro varapalo. En Alabama, un estado muy conservador, que siempre se teñía de rojo, el electorado dio la espalda al candidato republicano Roy Moore, un fanático religioso que recibió el apoyo abierto de Trump pese a que durante la campaña fue acusado de abusos sexuales, y contra todo pronóstico dio la victoria a su rival Doug Jones, por lo que se convierte en el primer senador demócrata elegido por este estado en 25 años. Con esto, los republicanos pierden una pieza clave en el Senado, la Cámara donde se han atascado los proyectos legislativos de Trump. Su mayoría se reducirá de 52-48 a 51-49. Por tanto, basta con que un senador republicano les dé la espalda para que cualquier proyecto quede paralizado, y hay varios en rebeldía con Trump.

Por otro lado, Trump recibe una seria advertencia de cara a las elecciones de medio término de 2018, donde a este paso los republicanos pueden perder sus mayorías en ambas cámaras del Congreso. No hay que olvidar que, antes de Alabama, los republicanos perdieron en las elecciones de Nueva Jersey y, sobre todo, Virginia, otro estado tradicionalmente republicano. La retórica divisiva de Trump empieza a hacer estragos entre su propio electorado, y el año que viene se vota por cambiar la Cámara de Representantes por completo, y un tercio del Senado.

Por tanto, con el Congreso revuelto, los legisladores tendrán que sacar adelante dos iniciativas cruciales para el gobierno: la reforma fiscal y evitar el cierre de gobierno. Pues bien, tras la derrota republicana de Alabama, las probabilidades de que la reforma fiscal se apruebe se reducen, y las probabilidades de que el cierre de gobierno finalmente acontezca aumentan.

La primera cuestión es cuándo jurará su cargo el nuevo senador de Alabama. Por ley, no lo podría hacer hasta finales de diciembre o principios de enero. Los republicanos probablemente se apresuren a votar la reforma fiscal antes de que el nuevo senador demócrata ocupe su cargo, pero los demócratas tratarán de retrasar su votación mediante argucias legales. Ahora bien, cualquier modificación en la reforma fiscal puede despertar la desafección de legisladores republicanos, sobre todos aquellos que consideran que un recorte de impuestos de la magnitud que propone Trump terminará por crear una montaña de deuda en Estados Unidos. Cualquier contratiempo en la reforma fiscal que retrase la votación al año que viene podría complicar extremadamente su aprobación. Susan Collins, otra senadora republicana, podría voltearse en contra de la reforma fiscal.

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Y respecto al cierre de gobierno, también el panorama es complicado. Las demandas de Trump no son fáciles de cumplir: quiere incrementar el gasto militar y meter recursos para la construcción del muro. Los demócratas, por el contrario, tienen como prioridad financiar el “Obamacare”, ayudar a los “dreamers”, combatir la crisis de los opiáceos y financiar el programa de salud de los niños. 

Para entender el proceso presupuestario hay que partir de la base de que existen dos tipos de gasto: el gasto en programas obligatorios, como es la seguridad social, y cuyo financiamiento viene establecido por ley, y el gasto en programas discrecionales, que precisa de partidas de financiamiento anuales. Para el gasto discrecional, por tanto, se tiene que aprobar un presupuesto que incluye 12 partidas de gasto.

Desde 2011, ese gasto discrecional está limitado por la Ley de Control de Presupuesto (BCA), que establece un techo a dicho gasto, tanto en defensa como en el resto de rubros de no defensa. Desde entonces, ese techo se ha elevado en dos ocasiones (2013 y 2015) por un período de dos años, el último de los cuales venció el pasado 30 de septiembre. ¿Cuál es la tarea que tiene que hacer el Congreso en las próximas semanas para evitar un cierre de gobierno? Primero, aprobar el monto por el que se elevará el techo; segundo, establecer a qué rubros se destinarán esos recursos a través de esas 12 partidas de asignación. 

Actualmente, los techos establecidos son de 549,000 millones de dólares para programas de defensa y 516 mdd para los de no defensa. Los republicanos de la Cámara de Representantes piden que el gasto en defensa aumente en 73,000 millones de dólares a un total de 622,000 millones.  En su proyecto de presupuesto, Trump propuso un incremento del gasto de defensa de 54,000 millones de dólares. Los demócratas, por otro lado, piden paridad entre el gasto de defensa y no defensa: por cada dólar que vaya a defensa, otro dólar debe destinarse a programas de no defensa.

El caso es que todo está sujeto a negociación: si quieres algo para la reforma fiscal, dame a cambio algo del “Obamacare”; si quieres mantener el programa de salud de los niños quita algo al “Obamacare”; si quieres algo para los “dreamers” dame algo para mejorar la seguridad de la frontera… y así. Una de las claves será, sin duda,  y desde el lado de la inmigración, el tema del muro. Cuando en mayo el Congreso aprobó un presupuesto de 1.1 billones de dólares, Trump tuvo que ceder y retirar su demanda de recursos para la construcción del muro. Sin embargo, esta vez pudiera ser que no fuera así.

Trump exige, para el año que viene, 1,600 millones de dólares para la construcción del muro. Él es consciente de que esa mera demanda podría provocar el rechazo de los demócratas (e incluso algunos republicanos) y conduciría a un cierre de gobierno. Sin embargo, él empieza a considerar esa posibilidad como una victoria política: reafirmaría frente a su votante más radical su fuerte compromiso respecto a su política de inmigración y fronteriza. Y atribuiría el cierre del gobierno a los demócratas, que le han hecho la vida imposible desde que llegó a la Casa Blanca. El  43% de los votantes republicanos están a favor de cerrar el gobierno con el fin de construir el muro con México.

Desde el año 1977 se han producido 13 cierres de gobierno: algunos sólo han durado un día, pero el más largo se prolongó durante 21 días, entre diciembre de 1995 y enero de 1996, con Bill Clinton de presidente. El último cierre se produjo en el 2013, con Obama, durante 16 días. En ambos casos, el electorado culpó a los republicanos por el cierre de gobierno, y finalmente tuvieron que ceder en las negociaciones. Veremos si realmente Trump, ardido por las recientes derrotas electorales, provoca el cierre de gobierno y, sobre todo, si le funciona la estrategia o agiganta los estragos que está produciendo entre los votantes republicanos.

*Director de llamadinero.com y profesor
de la Facultad de Economía de la UNAM

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