Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

28 Jul, 2023

Pemex: déjà vu

 

Es notable el parecido entre lo que se observó en 2018 y lo que está ocurriendo en 2023 con el cuestionamiento entre la mala gestión operativa y ambiental de Pemex y las bajas en su calificación de riesgo de la empresa estatal que dirige Octavio Romero, pero más notable es que se repita lo mismo, porque desde 2004 en los reportes a inversionistas se repite lo mismo: estabilizar la producción y contener la caída en las reservas probadas. Tarea difícil cuando se trata de recurso no renovable y mal gestionado.

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Hoy es similar el cuestionamiento. Los bonos de Pemex con vencimiento en 2035 y 2047 son un buen referente. Cuando en 2018 se da la baja en la calificación que, por cierto, inicia Fitch, baja el precio a cerca de 63 dólares y aumenta el rendimiento a cerca de 10% para el segundo caso, y de 70 dólares a 9% en el segundo, con una fuerte llamada de vender.

El secundario exige más premio porque las dos bajas en la calificación enfatizaron los problemas de gestión de riesgos ambientales y, por ende, los inversionistas que pueden tomar los bonos no son los del mercado secundario corporativo de ESG, donde podría subir precio y bajar rendimiento.

Pemex tiene que pagar más para refinanciar y lo viene haciendo, aun cuando su nivel de apalancamiento también se ha estabilizado. El problema es que no hay confianza en la información que provee ni sobre los tres últimos accidentes y derrames en la sonda de Campeche, ni con el pago de la deuda a sus proveedores, que acelera la deuda sobre su capacidad de gestión de pasivo y manejo operativo.

Su mayor problema se deriva de la desconfianza presidencial, pues el que la secretaria de Energía, Rocío Nahle, constructora en jefe de la refinería de Dos Bocas, sea, además, la gestora del negocio de refinación y venta al mercado interno, hace muy difícil la gestión operativa integrada de una empresa que, a diferencia de Chevron o Shell, está integrada en el down, mid y upstreem.

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La secretaría de Hacienda, que encabeza Rogelio Ramírez de la O, ha reducido el Derecho de Utilidad Compartida de Pemex, además de apoyar cada año, desde el 2019, con el manejo de sus pasivos de mercado. Pero recuerde que el aumento de la deuda de Pemex en el sexenio pasado fue de 52,300 millones de pesos, justo durante la administración de Lozoya, derivada de la caída del precio, pero también de la exigencia de Videgaray para que pagara los derechos de extracción, pues una buena parte de esa deuda la destinó a pagar impuesto al gobierno federal.

Hoy debe 110 mil millones de dólares y, de acuerdo con la Información sobre Finanzas Públicas presentada ayer por el subsecretario Gabriel Yorio, representa un octavo de la deuda total del país, y ya consolida dentro del 45.6% del PIB, que representa la deuda total del sector público, un nivel que, sumado al superávit de más de 80 mil millones de pesos reportado al cierre de junio, da cuenta de que Pemex, en sí mismo, no representa la misma contingencia que cuando en la administración Fox representaba el 42% de los ingresos petroleros, o en la de Calderón el 36%, o en la de Peña el 14 por ciento.

Hoy, el ingreso petrolero de las finanzas públicas representa poco más del 7%, lo que implica que, así como el balance comercial se ha ido despetrolizando, las finanzas públicas también lo han hecho.

Volviendo al déjà vu… Lo mismo que en 2018, la baja en la evaluación de Fitch y Moody’s a Pemex, una en calificación y otra en perspectiva, conllevó una elevación inmediata del rendimiento y el apretamiento de las condiciones de refinanciamiento de Pemex, ahora la misma acción crediticia tiende a provocar que el bono Pemex compense la disminución que ha tenido el riesgo soberano en sus precios del mercado secundario.

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En general, así operan los mercados, con presión hacia emergentes para demandar más rendimiento. Eso sólo se corrige con una mejora en el balance de Pemex, que definitivamente no sólo debe incluir la estabilización de la producción y la reserva, sino la generación de ingresos y utilidades recurrentes y ascendentes. Pemex es una empresa estatal como Aramco o la noruega Equinor, pero con resultados muy diferentes trimestre por trimestre.

 

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