Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

8 Dic, 2020

En el gobierno, ¿quién se ocupa de lo económico? ¡Nadie!

Las prioridades de todo gobierno se encuentran incluidas, se entienda y acepte o no, en el Presupuesto de Egresos. Dicho de otra manera, de no estar en él éste o aquel tema, el mensaje es: eso no interesa al gobernante ni a los diputados.

El presupuesto aprobado hace unos días es el tercero de este gobierno. Su revisión somera llevaría a conclusiones las cuales, por lo menos, serían preocupantes. Por otra parte, los beneficiarios de “los programas del bienestar” dirían, si pudieren realizarla, que el Presupuesto de Egresos de la Federación es una bendición dado su bajo o nulo nivel de conocimientos en finanzas públicas, y sería comprensible su opinión.

Por otra parte, quien posea conocimientos en materia fiscal y la distribución de los recursos proyectados en la Ley de Ingresos, dirá que lo hecho por este gobierno en materia de distribución de los mismos en los presupuestos 2019, 2020 y 2021, sería criminal.

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La infraestructura y la formación de capital humano (educación y salud) son, para decirlo claro, los patitos feos de la actual administración. Con esto último no me refiero sólamente a la reducción de los montos dedicados a ellos, sino a algo más grave: el desprecio de lo verdaderamente prioritario debido no a otra cosa que a la nula comprensión al respecto de este gobierno.

Parecen —gobierno y sus legisladores— estar anclados en los años de la docena trágica y en la gobernación de sexenios anteriores a ese periodo. La visión que considera al gasto público como el factor casi único (visión que en casi todo el planeta yace arrumbada en el basurero de la historia) para hacer crecer la economía, sería el peor de los errores que un gobierno y el Congreso podrían cometer en un país con economia abierta integrada a la globalidad.

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Poner el centro de la gobernación en otorgar a decenas de millones “beneficios sociales” los cuales, además de carecer de sustento financiero, van a contrapelo de la realidad económica y la salud de las finanzas públicas, es un suicidio.

Más temprano que tarde, a la economía le será imposible financiar esta política debido al estancamiento producido con tasas cercanas a cero y la captación de recursos con esa misma tendencia. Como consecuencia, la realidad no tarda en alcanzar al gobierno que así proceda.

Ante tal desatino —por llamarlo de alguna manera—, la situación pronto explota; esto se presenta cuando no se entiende que para evitar la debacle no hay ninguna otra salida que reducir el gasto en un monto acorde con el despilfarro de los “beneficios sociales”. Esta reducción implica, también, obviamente, mantener los niveles de captación y, de ser posible, dado el incremento del número de beneficiarios, elevarlos.

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Lo descrito pinta los efectos de la visión equívoca de este gobierno en materia económica.

Es más, para complicar las cosas, dada la creciente degradación económica y el debilitamiento acelerado de las finanzas públicas, pregunto: ¿quién en su sano juicio piensa que la designada en Economía entenderá esta situación?

La justificación que se dé, no pasa de ser pura demagogia y exhibición ofensiva del desprecio peligroso de la economía y las finanzas públicas.

 

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