Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

15 Dic, 2020

Gobierno confundido: gobierno fracasado

Durante la era de las economías cerradas y el rechazo a participar en lo externo, poco importaba el rumbo del gobierno y las ideas que en materia económica tuviera el gobernante. El resto del mundo, en tanto, seguía sus procesos transformadores. Al mismo tiempo, los países donde verse el ombligo era religión y el desdén por lo ajeno dogma, se hundían en el atraso.

Otra consecuencia de ese modelo de desarrollo —que a la fecha persiste en la mentalidad de una muy buena cantidad de mexicanos de todos los niveles educativos—, no es otra que la visión que tenemos en temas como la economía y las causales del crecimiento. Aunada a aquélla, sobrevive otra idea que cae “como anillo al dedo” a populistas y demagogos de todo signo ideológico: el papel absurdo, casi mágico, que le asignan al gasto público.

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La época de la posguerra —desde fines de los años cuarenta del siglo pasado— han sido, las evidencias ahí están para quien tenga la mente abierta y tenga interés en verlas, el espacio temporal donde un número pequeño —al principio— de países pobres cuyos gobernantes entendieron que debían cambiar.

El cambio, ¿quién podría negarlo hoy?, se dio y da hacia el modelo liberal de la economía o, si lo prefiere, hacia una economía de mercado y la democracia.

Al mismo tiempo, prácticamente en toda América Latina no únicamente nos mantuvimos ajenos a esa ola transformadora, sino que llegamos, incluso, a teorizar sobre las ventajas de una economía cerrada, y así nos fue. Hoy, no son pocos los políticos —gobernantes, legisladores y dirigentes partidarios— quienes, apoyados por falsos intelectuales y un buen número de oportunistas, frustrados aquellos por sus fracasos académicos, loan un pasado que solamente existió en sus mentes calenturientas y creen, a estas alturas, factible repetirlo.

Además de rumiar sus fracasos, complacen a gobernantes ignorantes de la historia económica de nuestros países, quienes ignoran todo de las transformaciones estructurales profundas registradas en los decenios posteriores a la II Guerra Mundial, prácticamente en todo el planeta. 

Esta situación genera, por lo menos, una confusión terrible en la gobernación cuando alguno de esos políticos llega a gobernar un país. Hugo Chávez y Nicolás Maduro, Ortega y su esposa, Kirchner y su hoy viuda, Correa, Morales y Luiz Inácio Lula da Silva junto con los destructores hermanos Castro, son claro ejemplo de ello. Digo confusión porque, mientras la realidad señala hacia el futuro y lo que implica, aquel gobernante y los suyos toman la dirección opuesta: el pasado.

Sin embargo, para desgracia de todo gobernante que así piensa y gobierna, la suerte que corre su gobernación no es positiva. No hay forma de ganarle a la realidad, digan y hagan lo que se les ocurra. Más temprano que tarde, la realidad se hace presente y el gobernante es echado.

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Frente a eso, ¿qué pasa en México con este gobierno? ¿Piensa usted que no reina la confusión en el gobierno actual? ¿En verdad está al frente de la gobernación la capacidad y el conocimiento? ¿Está convencido usted de que las ideas del gobernante son de futuro, acordes con la realidad del siglo XXI, y hacia allá vamos?

 

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