Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

30 May, 2019

Hoy, ¿quién confía en él y su gobernación?

Desde hace años se sabe, que una tarea central de todo gobierno es, no otra que generar confianza en los agentes económicos privados con miras a estimular la toma de riesgos o dicho de otra manera, la inversión y creación de fuentes de empleo permanente.

Lo anterior a nadie sorprende, en un mundo donde la apertura económica y la incorporación a la globalidad son el binomio que soporta el modelo de desarrollo que ha sido aceptado, prácticamente en el planeta.

La confianza pues, así fuere esto una verdad de Perogrullo se construye a lo largo de los años y se pierde de la noche a la mañana; lo concretado a costa de sacrificios de todos los sectores de la sociedad —que han representado un altísimo precio—, en instantes se destruye como consecuencia de decisiones que rayan en la insania.

En el proceso de echar por la borda lo construido en términos de imagen confiable y certidumbre para la inversión, la experiencia acumulada en decenas de países enseña que nadie acepta ser el responsable de la destrucción de aquélla. Siempre, el gobernante y los que lo rodean y que ayudaron a destruir lo con tantos sacrificios logrado, se esfuerzan por encontrar a los malos de la película porque, ellos, de nada son responsables mucho menos culpables.

México, desde hace varios decenios, debió empezar a recorrer el camino difícil de construir una economía de mercado; decenios de economía cerrada y aislamiento del mundo exterior causaron un daño inmenso, no sólo en lo material sino en la mentalidad obtusa y aceda de millones de mexicanos que hoy, todavía, suspiran por un pasado el cual, por fortuna, por más intentos que hagan y medidas que tomen, es imposible recrear.

Sin embargo, en el proceso de abrir lo que aún está cerrado a la libre competencia y remover obstáculos de índole diversa a la modernización estructural, nos acompañan los inversionistas; estos, poco a poco y con ojo crítico y desconfiados, toman muy en cuenta las decisiones tomadas por el gobernante y su equipo, así como sus declaraciones por la visión del desarrollo que exhiben.

A medida que las decisiones y declaraciones van señalando un rumbo opuesto a lo hecho durante más de 30 años —como aquí—, la desconfianza surge y se extiende al grado de posponer y/o cancelar proyectos de inversión, cuando no a retirar algunos ya asentados en el país.

En el mundo de los negocios actual, hay decenas de países interesados en atraer capitales y para tal fin, no dudan en ofrecer incentivos de todo tipo, además de contar con una legislación moderna acorde con las nuevas reglas de la globalidad, particularmente en lo que se refiere al respeto del Estado de derecho y los derechos privados de propiedad.

Hoy, ante lo que usted ha visto y escuchado del nuevo gobierno (gobernante y su equipo), ¿se atrevería a afirmar que la confianza de los inversionistas que había antes del 1 de julio del año 2018 es la misma hoy? Es más, ¿negaría que se ha visto reducida de manera significativa?

Dado el panorama actual y el que se ve para los próximos dos o tres años, ¿qué esperar para la economía? (Coincido con usted, vamos derecho a la debacle).

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube