Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

16 Jul, 2019

¿Nada harán para evitar la debacle?

Preguntaba ayer –en este mismo medio–, si la telaraña (de la canción infantil) que es hoy la gobernación de López aguantaría más elefantes sin romperse.

Si bien la mejor medida para evitar esa ruptura no es otra que la rectificación profunda, la cual implicaría, mínimamente, dar marcha atrás a tanta ocurrencia y desatino, habría que desechar toda ilusión para aceptar y entender que eso no va a suceder.

De parte del actual gobierno pues, y de quien lo encabeza, únicamente debemos esperar más elefantes lo que producirá –espero estar equivocado– una debacle cuya magnitud, gravedad y profundidad dejará como juego de niños lo que vivimos en los años 1976 y 1982.

Sin embargo, si bien es entendible que este gobierno y el gobernante que lo encabeza y quienes lo rodean de su Gabinete nada harán para evitar la debacle, sí para acelerarla, es obligado preguntarnos, ¿qué haremos los ciudadanos?

En este sustantivo en plural incluyo, evidentemente, a los millones que en un acto de irracionalidad entregaron su voto a quien desde hace años era sabido que de llegar a la Presidencia de la República actuaría como lo hace hoy y lo seguirá haciendo por siempre, esté en una posición de gobierno o no.

Ante lo que vemos y padecemos, no olvidar aquello del alacrán y la rana ingenua que lo ayudó a cruzar el río: perdóname ranita, es mi naturaleza. Retomemos entonces, dada esa naturaleza, la pregunta a los ciudadanos.

¿Qué seremos capaces de hacer para evitar que la telaraña se rompa con el peso de más elefantes? Hoy, ya casi en el límite elástico, echarle un elefante más implicaría correr un riesgo muy elevado, el cual, de volverse realidad, nos llevaría a una debacle de dimensiones hoy impensables.

¿Qué piensa usted que deberíamos hacer los ciudadanos, ante esa eventualidad? ¿Callar y mostrar una obsecuencia ofensiva ante el riesgo de debacle, cada día mayor y más cercana? ¿Y los partidos de oposición y las voces sensatas –aunque lo dude, las hay–, dentro de los partidos que conforman la coalición que llevó al gobernante al triunfo hace poco más de un año?

Por lo visto y padecido estos siete meses, muy poco es lo que podríamos esperar; las querellas internas en los que hoy son más grupúsculos que partidos, empezando por el PRI y siguiendo con el PRD, luce imposible pensar en que habría en ambos la mínima intención de hacer algo por evitar que López eche más elefantes a la telaraña, y la rompa.

¿Y los empresarios, me pregunta un buen amigo? ¿Y los intelectuales, el otro por allá? ¿Y las personalidades de esa institución académica que se distingue, más por ser refugio seguro de gangsters y narcomenudistas que por defender un ambiente propicio para la cátedra y la enseñanza? Lo reconozco, no sé qué contestarles.

Por eso acudo a usted, elector anónimo, que muy probablemente entregó su voto al que hoy pone en peligro el mejor futuro del país; también, a usted que no votó por él, pero, no obstante, sabe el peligro que se veía venir, hoy calla y obsecuente, acepta como inevitable lo que millones podríamos detener.

Esto, por supuesto, de hacer acopio de dignidad y cariño por los nuestros, hijos y nietos.

 

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