Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

17 Nov, 2020

Ni el dinero ni el tiempo les alcanza

 

El título tiene dos vertientes, una, “no alcanzará el dinero” —por más que consigan— para tanto desatino e inversiones absurdas y dos: “no les alcanzará el tiempo” para revertir el descrédito acumulado.

  • Lo primero, es fácil de entender pero difícil de aceptar; en la economía, los recursos siempre son escasos y las necesidades de pedigüeños que piensan que es posible vivir del erario sin tener que trabajar, infinitas. Asimismo, también son infinitos los sueños de grandeza del gobernante populista que carece de todo sentido práctico en materia de ingresos del erario donde, lo que más escasea es la responsabilidad que obliga a evaluar rigurosamente toda inversión con esos ingresos.

Lo segundo también es fácil de entender, pero difícil de aceptar; en la gobernación, el recurso más escaso después del monetario, es el tiempo. Éste, jamás alcanza para revertir los efectos negativos causados por las decisiones y políticas de populistas irresponsables e incapaces. Ejemplos tenemos en América Latina de lo que afirmo; ¿quién podría afirmar que a Castro y a Chávez —por dar dos ejemplos—, les habría alcanzado el tiempo —en caso de aceptar sus errores—, para enmendarlos y recuperar el prestigio y la popularidad perdidos?

Hoy, no hay país a salvo de la llegada de un gobernante populista; en Europa, dos ejemplos (Hungría y Polonia) avergüenzan a quienes ven esa región como cuna de la democracia. En este lado del Atlántico, ¿quién habría imaginado hace todavía unos cuantos años, la llegada de alguien como Donald Trump a gobernar Estados Unidos?

¿Cómo protegerse de esta ola populista, que socava instituciones y degrada la democracia? ¿Acaso bastan los buenos deseos y las ilusiones que finalmente son eso, ilusiones? En esta nueva realidad, ¿qué papel debe jugar el ciudadano? ¿Asistir pasivamente al asalto del poder por parte del ambicioso (Chávez, Maduro, Morales y Ortega, por ejemplo; no se diga ya los Castro), y condonar con el silencio cómplice la permanencia indefinida?

  • En esa realidad, jamás alcanzarán los dos recursos que señalé arriba: dinero y tiempo. Ambos nunca fueron suficientes para la megalomanía de quien pretendía llevar la ilusión socialista al siglo XXI, o cuando el otro quiso crear “el hombre nuevo”, tal y como soñó el asesino que gozaba enviando cubanos al paredón.

¿Qué queda en el país, una vez que el gobernante desquiciado es echado del poder? Restos de obras faraónicas y dispendio sistemático —mientras los recursos daban para eso—, tanto en su país como en otros, para lograr una popularidad que duraría mientras los dólares fluyeren.

Por otra parte, hay un elemento que vale la pena tomar en cuenta en este tipo de gobiernos y gobernantes: la decepción del que creyó que el paraíso terrenal estaba al alcance de la mano, sin tener que trabajar. El desengaño del que fue utilizado se convierte así, al descubrir que todo fue mentira, en adversario decidido en contra de aquél al que hacía poco tiempo adoraba.

  • ¿Cómo y con qué revertir el descrédito y la desconfianza, después de años de mentiras y fracasos? ¿Aceptaría el ciudadano perdonar al que tanto daño le causó?

 

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