¿Por qué nadie quiere escuchar lo que importa?

¿Cuál es la mejor forma de enfrentar y resolver un problema? ¿Ocultándolo, no mencionarlo en forma alguna? ¿Ni siquiera de manera metafórica?

Uno de los peores lastres de los años del dorado autoritarismo, el cual, sigue vivito y coleando ya que goza de cabal salud, es la afición por los temas superfluos y frívolos en detrimento de los que nos afectan de múltiples maneras. ¿Por qué prestar tanta atención y horas de discusión a algo tan superfluo como aquello de no fue penal? Dicho de otra manera, ¿por qué algo tan simple como eso acapara el interés de decenas de millones de mexicanos?

De la misma manera, ¿a qué se debe que las grandes decisiones en materia de políticas públicas absurdas y dañinas para esas mismas decenas de millones no susciten interés alguno? Es más, ¿qué explica los grandes tirajes de publicaciones basura donde el material son los chismes de la farándula y la vida privada de quienes, con fama diversa y logros, las más de las veces mediocres, se mueven en la artisteada?

¿Qué explica que legisladores y funcionarios de las áreas responsables de temas centrales de la vida nacional callen ante los mismos, a pesar de su importancia y graves consecuencias de no enfrentarlos y sentar las bases de su solución?

Le doy algunos ejemplos simples y con impactos directos en la vida de millones de mexicanos: ¿Qué ha escuchado del Secretario de Hacienda acerca del grave problema que representa ya, el tema de las pensiones y el monto creciente año con año de lo que técnicamente se conoce como aportaciones pensionarias?

Un dato bastaría para entender su gravedad e impacto en el Presupuesto de Egresos de la Federación: este año alcanzarán –dichas aportaciones–, poco más de 920 mil millones de pesos; es decir, poco más del 16% del PEF. Para agravar lo ya grave, ¿por qué nadie comenta y hace algo para reducir el efecto negativo de dichas aportaciones, cuando los pronósticos hablan de un crecimiento anual del 15% nominal?

Otro problema, quizás menos grave que aquél, pero relevante para decenas de miles de productores de trigo de Sinaloa, Sonora y Baja California sería éste: ¿A qué se debe que a estas fechas –a casi dos meses de haber terminado las trillas–, el trigo no tiene precio y los productores no han recibido el pago correspondiente para liquidar los créditos recibidos? Y lo peor, ¿a qué se debería que nadie se hubiera presentado a explicarles las razones del retraso?

Al no hablar en los espacios mediáticos de ambos temas –entre muchos otros igualmente importantes y graves–, ¿habrían desaparecido como problemas? Y lo más grave, cuando se habla de ellos y de otros similares, ¿por qué a nadie importan? ¿Qué explica esta apatía, y qué el interés en un gol anulado?

Ante lo que algunos califican como embrutecimiento colectivo, ¿por qué esa mentalidad de millones de mexicanos que los lleva a desentenderse de lo trascendente e interesarse en lo frívolo? ¿Por qué pasar horas discutiendo un error arbitral con una intensidad preocupante, pero cuando alguien quiere comentar los recortes de personal, no pocos exigen regresar al futbol?

¿Qué explica esto?