Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

4 Jun, 2020

¿Qué busca? ¿Lo sabrá?

¿Acaso nos habremos creído eso que solemos gritar, sobrios o alcoholizados: ¡A mí, La Muerte me pela los dientes!? Por otra parte, ¿qué explica esa expresión que más parece resignada aceptación frente a la muerte: ¡De algo nos tenemos que morir!, u otra que más o menos está en el espíritu de esta última (cuando se trata de un varón el que la expresa): ¡De parto no nos hemos de morir!

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¿Por qué esa “falta de respeto” de los mexicanos a La Muerte (sí, con mayúsculas)? ¿Hay alguna explicación que nos permitiría entender y por lo tanto, aceptar esa visión entre valentona y cobarde? Es tan “rara” nuestra relación con la muerte o si lo prefiere, con la pérdida de la vida, que cuando alguien se muestra irresponsable o descuidado de manera tal que la posibilidad de un accidente fatal se eleva, decimos con resignación: es que está buscando morirse.

Para completar, tengo otra expresión que parece dejar nuestra muerte en manos de una deidad: Si no te toca, aunque te pongas y si te toca, aunque te quites. Dicho de otra manera, dado que me voy a morir cuando “alguien” allá arriba lo tenga decidido, ¿para qué cuidarse?

Finalmente, intentemos o no explicarnos esa relación un tanto enferma con la muerte, es claro que algo hay en nuestra visión de la vida que nos lleva a descuidar lo más elemental en materia de precauciones para evitar accidentes que podrían resultar fatales. Esto que les parecería incomprensible cuando no absurdo a nacionales de otros países, en México es la regla.

Por otra parte, cuando eso lo vemos en una persona cuya muerte afectaría a unos cuantos —sean familiares, amigos y/o colegas de trabajo—, durante unos días y sin afectaciones mayores para la sociedad, “la normalidad” de la vida cotidiana regresa casi sin darnos cuenta.

Sin embargo, cuando la actitud irresponsable por las consecuencias que tendría para el país y su economía la falta absoluta del gobernante, el que éste actúe en un constante y sistemático reto que lo colocaría permanentemente en riesgo, algo anda mal en la comprensión de aquél sobre su responsabilidad ante el país.

La salud y la seguridad son, lo acepte o no el gobernante del país que fuere, elementos clave para la gobernación que ejerce y el mantenimiento de la estabilidad política y económica. Por el contrario, cuando el gobernante parece gozar poner permanentemente en riesgo su salud y su vida, ese país no llegará a buen puerto.

La desatención de los asuntos clave de la gobernación, jamás debe ser la prioridad de gobernante alguno; hacer a un lado las prioridades reales no inventadas, y sustituirlas por recorridos en busca de la popularidad perdida —donde se busca el aplauso no soluciones—, jamás termina bien.

Recorrer el país para llevar a cabo actos donde, la regla es el aplauso cuando no el reclamo ciudadano en vez del análisis de los problemas y sus causas con funcionarios, asesores y especialistas, más temprano que tarde exhibe su inutilidad. Al final, ni popularidad mucho menos soluciones.

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Hoy, ante la riesgosa conducta que vemos de parte del Presidente y el momento escogido por él, las preguntas del título son obligadas: ¿Qué busca? ¿Lo sabrá?

 

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