Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

30 Ene, 2020

¿Qué será de México, sin crecer y sin recursos?

La peor de las desgracias para países como el nuestro, es cuando se conjugan dos factores que configuran la tormenta perfecta: cero crecimiento y un gasto público desbocado en rubros que el gobernante califica, eufemísticamente, de bienestar.

La situación que enfrentamos hoy es, por decir lo menos, de pronóstico reservado, lo es más, por la causa central de la caída del Producto Interno Bruto (PIB) —de por sí mediocre desde hace casi tres decenios— a niveles, casi seguramente en el año que recién ha terminado, que se ubican en tasas de crecimiento negativas.

Por si hiciere falta algo para complicar lo complicado, debe decirse que las razones por las cuales se ha dado aquéllo, son eminentemente internas, se reducen por la elevación de los niveles de la desconfianza de los agentes económicos privados en el futuro de la economía debido, no a otra cosa que la ausencia total de un rumbo económico claro. 

La ausencia de la más elemental claridad y orden en el rumbo y la conducción de lo relacionado con la economía, no permiten vislumbrar a corto y mediano plazo la recuperación de la senda del crecimiento, así fuere a los niveles mediocres de 2.0 por ciento.

 

Ya se empiezan a publicar los primeros ajustes al pronóstico del 1.0% de crecimiento del PIB para este año que recién comenzó, un primer banco ha lanzado la clarinada y proyecta un crecimiento de sólo 0.6% para el año en curso.

Lo preocupante ante las cifras de los últimos trimestres es, no tanto el nulo crecimiento o la caída al terreno negativo, sino la tendencia que ya se ha configurado para la economía mexicana.

Detener esa caída que ya ha cobrado visos de tendencia no será fácil, y menos tomará poco tiempo; los problemas estructurales en no pocos campos de la actividad económica dejan ver ya, cuando menos, uno o dos trimestres más de estancamiento lo cual, de concretarse en este primer semestre dicho pronóstico, esa caída generaría una situación de inestabilidad política.

 

Viejo y desgastado lugar común es aquél que afirma, que es una locura esperar resultados diferentes si persistimos en hacer las mismas cosas. Al margen de si Einstein lo afirmó o no, es una verdad axiomática que refleja, objetiva y cruelmente lo que hoy enfrentamos.

Hoy, no hay resquicio alguno por el que se vislumbre la mínima intención de rectificar lo que ya ha probado —en corto tiempo— no ser correcto.

En un cortísimo tiempo pasamos, lo repito, de un crecimiento mediocre del 2.2% al total estancamiento de, cuando menos, el 0.0% de crecimiento si no es que caímos en el terreno de los decrecimientos.

Si a esto último le agregáremos que la prioridad no sería en modo alguno utilizar buena parte del gasto para la inversión pública que permitiría elevar la productividad y el empleo y por ende, la captación de los dos impuestos clave para la economía mexicana: el Impuesto sobre la Renta y el Impuesto al Valor Agregado, las cosas no pintan bien.

Ante lo que es más que evidente, ¿quiénes podrían incidir en López para un cambio de rumbo y estrategia?

¿Los partidos políticos y ambas Cámaras del Congreso? Como mal chiste esto pasa, pero eso luce imposible.

¿Por qué no pensamos entonces en algo diferente, a la vez que efectivo?

 

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube