Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

22 Dic, 2020

¿Qué sigue una vez que el ciudadano ignora al gobierno?

Una manifestación de repudio al gobierno como respuesta a su incapacidad para cumplir con sus obligaciones más elementales, y la desobediencia y la pérdida del respeto obligado a la autoridad y las leyes son, inequívocamente, el mensaje que muestra los primeros indicios de un estallido que podría llegar a ser incontrolable.

*

Ese eslabón es parte de un proceso de debilitamiento del Estado el cual, de no darse una profunda rectificación en la gobernación acompañada —imperativamente— de una reorganización profunda del gabinete, daría paso a la inestabilidad política y manifestaciones masivas sin control. Éstas, ante la parálisis del gobierno por no entender que la tragedia que causa las protestas es obra suya, fácilmente pueden dar paso a la violencia generalizada y la anarquía.

Ante esto, la experiencia lo demuestra, no queda más salida que el uso masivo de la fuerza por parte del Estado lo cual, en los tiempos que corren, no siempre garantiza el éxito. El caso reciente de Bolivia es un buen ejemplo; lo que podría suceder, es algo que muchos se niegan a entender y aceptar: Las fuerzas armadas y policías movilizadas, lejos de obedecer al gobierno causante del problema, lo desobedecen y apoyan a la población para orillar al gobernante a renunciar y salir del país, en el mejor de los casos.

Los gobernantes populistas que aceptan —sin cuestionamiento alguno—, que son populares y adorados por “su pueblo”, pierden todo contacto con la realidad; ésta les es ocultada por su círculo cercano que por diversas razones los mantienen, de hecho, secuestrados para que no se enteren de la realidad cotidiana que padecen decenas de millones de sus gobernados.

Es tal el alejamiento de la realidad, que las decisiones del gobernante y sus proyectos son pensados y decididos con base en la imagen distorsionada que tiene de la realidad que padecen millones. Al tiempo que esto sucede, en las calles avanza el fermento de la insatisfacción ciudadana y, al no aplicar aquél medidas correctivas y llevar a cabo las rectificaciones obligadas y urgentes, las protestas estallan, crecen y se fortalecen.

Al principio se dan sin orden y concierto pero en días se hace presente una articulación natural, y más ciudadanos se unen a la protesta. Es aquí cuando los populistas exhiben sus profundas limitaciones en la gobernación; a la sorpresa del principio sigue el pánico y enseguida, en vez de entender que son sus decisiones la causa de la protesta, exhiben su vena autoritaria y recurren a las fuerzas armadas y la policía.

En los tiempos actuales, a diferencia de los años sesenta y setenta del siglo pasado —cuando las democracias en América Latina eran débiles y las fuerzas armadas el factotum en la gobernación—, recurrir a la represión no garantiza acallar la protesta, mucho menos derrotarla. Por el contrario, Bolivia es ejemplo reciente, el poder de las FA se utiliza en contra del causante del problema, no en contra de quienes lo padecen.

*

Dada esa experiencia y la nueva realidad mexicana, ¿qué diríamos de lo que vemos y padecemos hoy aquí? Es más, ¿tiene usted idea de lo que sigue?

 

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube