Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

18 Jul, 2019

¿A quién culparán si ya sepultaron el neoliberalismo?

La bravuconada más ridícula que hemos escuchado —de entre las muchas pronunciadas durante estos últimos siete meses y medio por YSQ— es no otra que la sepultura del neoliberalismo, cualquier cosa que este vocablo signifique.

Presentado como el responsable de todo lo malo que hay (¿había?) en México, y de todos los atrasos y prácticas corruptas, las cuales, por más que se esfuerza por repetir una y otra vez que ya fueron desterradas, éstas aparecen en donde menos se espera y evidencian lo que es una realidad ofensiva y presente desde hace siglos.

Lo interesante de tal afirmación, dado lo evidente de la presencia —prácticamente sin cambio en la vida del país— de prácticas corruptas y un conjunto de delitos de alto impacto cuya gravedad ha afectado ya el clima de negocios en no pocas regiones del país es, que el cadáver sepultado no era el del maligno neoliberalismo.

También, ante las decisiones y/o las políticas que son el basamento fundamental de lo que correctamente deberíamos llamar economía de mercado y políticas liberales, no puede uno menos que especular si el sepelio resultó una puesta en escena para engañar incautos, los cuales, todo así lo deja ver, en México hay decenas de millones, o el cadáver pertenecía a algún diablo menor y no al Satanás que dicen es el neoliberalismo.

Ante las dudas que han surgido por el sepelio festinado, no pocos preguntan y se preguntan, ¿cómo es posible que el sepultado siga causando tales estragos que ya, en no pocas regiones del país el clima de negocios ha sufrido daños irreparables en el corto y el mediano plazo?

Dadas las afectaciones evidentes, ¿de quién será la responsabilidad? ¿Del neoliberalismo o de una pésima gobernación? ¿De un ente fantasmagórico, como pretende hacer creer YSQ, o de un conjunto numeroso de políticas y decisiones, las cuales, por decirlo de alguna manera aceptable, carecen de pies y cabeza?

En América Latina, casi en todos los países a excepción quizás de Chile, no hay gobernante que ante los problemas estructurales dejados crecer y agravarse durante decenios, no pretendan culpar al ajonjolí de todos los moles: El neoliberalismo.

¿Por qué ninguno de los que han gobernado a nuestros países —al menos desde fines de los años cincuenta a la fecha— ha aceptado tener responsabilidad alguna —así fuere una parte minúscula— en la gran tragedia que son hoy algunos de los países nuestros? ¿A qué se debe que decenas de gobernantes jamás han aceptado responsabilidad alguna en las debacles que acusaron en sus países?

Hoy, el responsable único, afirman soberbios los que no se cansan de escurrir el bulto, es el neoliberalismo; ¿y quién lo fue allá por los años sesenta y setenta del siglo XX? ¿Acaso el imperialismo yanqui?

¿Alguna vez nuestros políticos se comportarán como adultos? ¿Cuándo nuestros electores sabrán elegir a un candidato adulto, no a uno que de nada es responsable, menos culpable de algo?

Para terminar, ¿a quién sepultarían en la tumba del neoliberalismo?

¡Exijamos la exhumación!

En un descuido el féretro está vacío; eso explicaría todo: ¡El neoliberalismo no ha muerto!

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