Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

18 Jun, 2019

¿Quién pudo haber previsto lo que padecemos hoy?

En los tiempos que corren, no únicamente en México, sino también en no pocos países donde todavía hace poco nadie en su sano juicio se habría atrevido a pensar siquiera en una situación disruptiva —tanto en lo político como en lo económico—, mucho menos darla como algo inevitable en corto tiempo, las cosas están patas arriba, pues lo impensable ha sucedido.

Sin ánimo de exagerar, podríamos afirmar que hoy ningún país está a salvo de modificaciones económicas y/o políticas que se podrían caracterizar como giros de 180°, los cuales, para complicar las cosas, nadie pronosticó o, si lo prefiere, nadie vio venir.

Ante estas eventualidades altamente improbables de ocurrir, las cuales Nassim Nicholas Taleb calificó acertadamente como cisnes negros (The Black Swan: The impact of the highly improbable), deberíamos preguntarnos si en los tiempos que vienen, a la luz de lo ocurrido recientemente en no pocos países, deberemos, a partir de ya, tomar lo altamente improbable como lo opuesto, como algo que, sin duda alguna, va a ocurrir.

¿A qué se debe que tendamos a afirmar que esto o aquello en este o aquel país jamás va a suceder? ¿Qué nos lleva a hacer afirmaciones que cada día que pasa se muestran más alejadas de la realidad cotidiana en buena parte del planeta? ¿Conformismo con la situación conocida o el temor a que lo que más tememos se vuelva realidad?

¿Acaso pensamos que con sólo afirmar que algo es imposible de que se concrete, nuestras palabras operan como conjuro mágico y efectivamente alejamos dicha eventualidad?

Por otra parte, ¿es posible prever esos cisnes negros? ¿Quién sería tomado en serio si fuere por ahí afirmando que esto o aquello pronto será realidad? ¿Tomaría usted en serio lo que esa persona afirmare? ¿Por qué no?

Dado lo que vemos, ¿por qué no pensar que hoy, en no pocos países, lo todavía altamente improbable hace poco tiempo es, para decirlo claro, altamente probable de que ocurra en poco tiempo? 

Después de esta introducción, le pregunto: ¿qué habría pensado si alguien le hubiese afirmado que lo que hoy vemos era lo único a esperar de un político como López? ¿Habría calificado a esa persona de lacayo del PRI-AN?

Peor aún, ¿lo habría señalado como un neoliberal, un malvado traidor a la patria? Sin embargo, en el remoto caso que usted hubiera entrado en contacto con una persona que afirmaba que el único desenlace posible para un gobierno encabezado por López era la tragedia y el desastre que hoy enfrentamos, acepte, por favor, que se equivocó, pues no se atrevió a darle el menor crédito a quien le ofrecía una visión radicalmente diferente a lo que usted, ingenua y quizás interesadamente, imaginaba sería el gobierno de López.

Hoy, cuando la realidad demuestra lo errado que estuvo usted al desestimar el cisne negro que esa persona le decía sería el gobierno de López, le pido corrija, pues lo impensable sucedió; ya nada puede usted hacer para regresar el tiempo y votar por otro candidato.

Sin embargo, de aceptar que lo que le dije ya sucedió, reconozca también que con su voto por López le causó un gran daño a México.

Ya erró una vez, no repita el error.

 

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