Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

27 Oct, 2023

Fallar en el manejo de la crisis de Acapulco sería peor que el huracán

El huracán Otis ya provocó otro caso en donde el “manejo de crisis” debería ser una herramienta para la recuperación, pero ni Guerrero ni Acapulco cuentan con ella tras el cierre del Consejo de Promoción Turística de México.

Hoy, el foco está en el millón de damnificados, la gente que está sufriendo por la falta de alimentos, energía eléctrica, los pacientes hospitalizados indefensos.

Pero en la segunda línea está el futuro inmediato y, para ello, hace falta resolver preguntas como éstas: ¿en cuánto tiempo estarán repuestas las carreteras y el aeropuerto?, ¿cuándo habrá condiciones de abrir los primeros hoteles y restaurantes?, ¿para cuándo el hotel Princess, cuyas escalofriantes imágenes de destrucción han acaparado las noticias, estará en condiciones de operar otra vez?

Esto es importante porque, al responder con precisión a las mismas, se tendrá un escenario sobre cómo estará Acapulco para la tercera semana de diciembre, que es cuando inicia la temporada alta de invierno.

De que no se pierda depende la situación laboral de cientos de miles de trabajadores, pero las agencias de viajes, los touroperadores, los mayoristas y el público en general necesitan esa información para tomar decisiones.

Vi un video tomado desde un helicóptero sobrevolando los seis kilómetros de playa más afectados por el impacto del huracán, en términos generales, no se reportan daños estructurales, esto es, edificios caídos o complejos destruidos.

Pero no sólo urge una valoración profesional, sino también compartir esa información con la verdad, sin ponerle ni quitarle, pues igual de nocivo es exagerar como minimizar los daños.

México tiene casos exitosos de comunicación turística en desastres nacionales, como fue el del huracán Odile, que devastó Los Cabos. Cuatro días después del evento, los principales empresarios y ejecutivos estaban volando a Nueva York para reunirse con los capitanes de las agencias de viajes por internet (OTAS), las agencias tradicionales más importantes, los touroperadores y las aerolíneas para dar una valoración de la situación y asumir compromisos de reapertura para evitar cancelaciones innecesarias.

Los Cabos se recuperó en un tiempo récord, no sólo porque el gobierno federal invirtió de manera eficiente los recursos del Fondo para Desastres Naturales (QEPD), sino porque se comunicó correctamente la problemática.

Si en Acapulco pasa, como sucedió con Nueva Orleans tras la visita devastadora de Katrina, que todo queda a la deriva, el sufrimiento de los habitantes de Acapulco se extenderá innecesariamente mucho tiempo más de lo racionalmente aceptable.

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DIVISADERO

URGE LA AYUDA. En este país polarizado, el llamado de ayuda de la Secretaría de Turismo federal para recolectar en sus instalaciones de Presidente Masaryk alimentos en lata y no perecederos, para distribuirlos en Acapulco, fue recibida mayoritariamente en las redes con innumerables insultos y sarcasmos.

Ciertamente, Miguel Torruco ha dejado mucho que desear como titular de Turismo federal, pero hoy es importante aprovechar todas las opciones e iniciativas para apoyar a los habitantes de Acapulco.

Allí está también la propuesta de la Cruz Roja mexicana, que abrió la cuenta 0404040406, en BBVA Bancomer, para recibir donativos en apoyo de los damnificados, lo que permitirá la compra masiva de los productos que más se necesiten en la zona.

O la decisión de Aeroméxico de trasladar de manera gratuita a personas que requieran los espacios aéreos, como mujeres embarazadas, niños, personas de la tercera edad, discapacitados y enfermos.

 

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